En julio de 1932, dentro de las misiones pedagógicas de la República, el grupo de teatro universitario La Barraca inició un recorrido por el Estado español para llevar la cultura del teatro clásico por las plazas principales de los pueblos. Llegó a Estella-Lizarra, y no representó la obra en la plaza de Los Fueros, lo hizo en la de los toros. Ahí se puso en escena la obra Fuenteovejuna de Lope de Vega, que el pueblo disfrutó y aplaudió.
Después de casi 100 años, en este octubre se ha hecho un homenaje a García Lorca, codirector del grupo de actrices y actores, artistas y estudiantes universitarios que componían La Barraca, con la intención de resarcir al poeta y por lo tanto a la Barraca, del recibimiento con piedras (de unos pocos) que tuvieron al llegar a la ciudad. Por ello se ha colocado una placa con el nombre de García Lorca en la plaza de toros, porque dicen que fue el lugar donde pusieron en escena Fuenteovejuna. Las crónicas de esa época cuentan que no les dejaron actuar en la plaza de los Fueros y les ofrecieron la plaza de toros, a las afueras del pueblo, una forma de censura que La Barraca tuvo que aceptar.
Hoy en 2025, casi un siglo después, hay motivos para no elegir esta plaza. El movimiento animalista denuncia constantemente la tortura y muerte en las plazas de toros. Hace un mes, este movimiento popular presentó al Congreso español cerca de 750.000 firmas, tan solo con el fin de evitar que las corridas de toros sean consideradas patrimonio cultural. Desde hace unos años hay peñas en Estella-Lizarra que no van en fiestas a la plaza de toros porque no quieren participar de la tortura y el sufrimiento animal. Y cada vez hay más conciencia ciudadana que considera esta fiesta, simplemente, una exhibición de crueldad.
Es un planteamiento superficial creer que el mejor lugar para colocar la placa sea la plaza de toros porque allí actuaron o porque García Lorca era taurino. A García Lorca le fascinaba la estética del toreo, pero al mismo tiempo tenía una conciencia crítica hacia ello. Y La Barraca pertenecía a las misiones pedagógicas, las cuales representaban a la República. No podemos olvidar que ésta consideraba el toreo un vestigio del atraso del pueblo español. De hecho, legisló en varias ocasiones para limitar, o prohibir, la tauromaquia.
Que no nos dé igual el lugar, que no nos dé igual el sufrimiento animal. La placa colocada ahí legitima de alguna manera la tortura y la muerte para el deleite de las personas que acuden.
Tenemos una plaza llamada del teatro, es ahí donde García Lorca y La Barraca deben estar, porque vinieron a Estella-Lizarra a mostrarnos una gran obra del teatro clásico, algo de lo que las gentes del pueblo no tenían oportunidad de disfrutar. Es muy fácil, es solo una placa, seguro que algún día la veremos en el lugar apropiado y entonces el poeta y su grupo de teatro itinerante, La Barraca, serán realmente bien homenajeados.
* Iratxe Pérez Barandalla, Vanessa Escalada Galipienzo, Blanca Mauleón Sanz, Carmen Albizu Echeverría, Josebe Martínez Gutiérrez, Patricia Núñez Pitto, Isabel Arbeloa Suberbiola, Mónica Reccio, Beatriz Cornago Garbayo, Maribel Tena Martínez, Meryan Rivers, Charo Díez González, Mari Jose Rekalde Artetas, colectivo de mujeres creadoras de Estellerria
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