Síguenos en redes sociales:

Escuela de Arte de Pamplona

Escuela de Arte de PamplonaARCHIVO

Este año curso segundo de Bachillerato en la Escuela de Arte de Pamplona, un año en el que nos jugamos mucho. Estoy atrapada en una asignatura que no elegí y que me ha afectado más de lo que parece. Pedí el cambio una y otra vez, y al igual que yo, había compañeros que tampoco la habían elegido y vivían la misma frustración. Al final, no hubo solución y tuve que quedarme ahí.

He tenido que pagar clases particulares y renunciar a mi tiempo libre. Son clases que cuestan dinero que no sobra, y que podrían haberse invertido en otra cosa, pero he tenido que hacerlo solo para intentar sacar una nota suficiente. Aun así, no me han servido: hoy he salido de clase sintiéndome inútil, tratada como si no tuviera ni idea, y cada vez con más rechazo y rabia hacia una asignatura que me está quitando las ganas de seguir esforzándome. He llegado al punto de sentir pánico por ir a clase.

Lo peor es la impotencia. Da igual que lo pidas, que lo justifiques o que ruegues: al final, el que tiene la decisión por encima siempre hará lo que quiera. Da igual que tengas razón, si no les da la gana de ayudarte, no lo harán. Te hacen sentir que no importas. Incluso me dijeron que desde el centro podrían ayudarme, pero todo se ha quedado en correos sin respuesta.

No es solo la asignatura. Es la sensación de que el sistema te obliga a soportar cosas que te hacen mal. Muchos alumnos acaban abandonando los estudios por eso, no porque no valgan, sino porque se estrellan contra un muro que nadie quiere mover. Nos convertimos en estudiantes frustrados, y al final, solo nos queda luchar solos.