¿Dónde quedaron los hobbies?

A veces me pregunto dónde quedaron los hobbies. De pequeña, la tarde me daba para mil cosas: jugar en el parque, hacer deberes, leer, hacer manualidades. Incluso mis padres, con menos tiempo, encontraban un hueco para hacer actividades juntos, aunque solo fuera el fin de semana.

Hoy, en cambio, las horas pasan volando sin que sepamos muy bien en qué. Cada vez es más difícil encontrar a alguien que tenga un hobby real. La mayoría de nosotros acabamos atrapados en la misma rutina: scrollear sin pensar. Además, parece que cualquier afición debe convertirse en algo útil: un proyecto, una habilidad para el currículum o contenido que subir a redes. Ya no basta con disfrutar; hay que ser bueno, constante o estético.

Quizá por eso echamos de menos los hobbies: no porque nos hayamos vuelto vagos, sino porque nos cuesta encontrar un espacio donde hacer algo solo para nosotros, sin presión ni expectativas. Es hora de volver a disfrutar.