A finales de este mes, una delegación acudirá a Madrid para defender la candidatura de Pamplona a Capital Cultural Europea. Uno de los objetivos de esta iniciativa es mejorar la imagen proyectada hacia el exterior. Como se dice ahora, se trata de poner en valor nuestra ciudad. Lo contrario sería ponerla a caldo, que es lo que algunos han hecho a lo largo de la Historia.

Ya por el siglo XII, el clérigo francés Ameryc Picaud autor del Codex calixtinus, la primera guía de viaje para los peregrinos de Santiago, dijo sobre los navarros que "se visten mal, lo mismo que comen y beben también mal, pues en casa de un navarro se tiene la costumbre de comer toda la familia, lo mismo el criado que el amo, la sirvienta que la señora, mezclando todos los platos en una sola cazuela, y nada de cucharas, sino con las propias manos; y beben todos del mismo jarro. Cuando los ve uno comer le parecen perros o cerdos. Y oyéndoles hablar te recuerdan los ladridos de los perros, por lo bárbaro de su lengua".

A mediados del siglo XIX, el conocido escritor francés Víctor Hugo visitó Pamplona y dijo del Teatro Principal, hoy Gayarre, que era un edificio "horroroso" y recomendó "al primer hombre de espíritu" que atacara la ciudad que el teatro fuera el primer objetivo de un bombardeo. También sin remilgos dijo refiriéndose a la fachada de la catedral: "(La iglesia) está allí como si sufriera no sé qué castigo, escondida, triste, humillada, detrás del odioso pórtico con la que el buen gusto la ha vestido. ¡Qué careta esa fachada! ¡Qué orejas de burro esos dos campanarios!".

Más recientemente, el Westfälischer Anzeiger, un diario alemán regional, publicó en 1985 un reportaje sobre la fabricación de vehículos Volkswagen en la factoría de Seat de Pamplona. En él se decía, entre otras cosas, que la nuestra es una ciudad triste y sucia que sólo despierta durante las fiestas de San Fermín, en las que "los toros son corridos por las calles, muertos en el ruedo y asados en la plaza mayor".