Síguenos en redes sociales:

Murámonos

Sobramos. Molestamos. Desestabilizamos. La Unión Europea señala con dedo admonitorio: España es la segunda potencia mundial en esperanza de vida. Una potencia económica, prospera. Una potencia en longevidad, se arruina. Parados de larga duración y pensionistas estamos desahuciados como sujetos rentables. Murámonos. Por el bien del país. Por patriotismo. Por solidaridad. Un parado prematuramente difunto descarga peso a los subsidios. Un empleado temporal súbitamente extinto confirma la temporalidad de su empleo. Un prejubilado finado alivia las arcas públicas después de haber sido obligado a sanear las privadas. Una viuda fallecida deja de ser una carga improductiva. Un excluido social muerto socorre a la beneficencia. Murámonos. Todas estas bajas por defunción ayudarían al equilibrio de las cuentas públicas y reducirían la presión asistencial en centros de salud y hospitales. Renunciemos a la esperanza de vida personal para prolongar la esperanza de vida del actual sistema de Seguridad Social. Es mucho más generoso dar vida al sistema que vivir de él. El sistema de protección no soporta las sobrepoblaciones improductivas. Las dietas sobre el sueldo público estimulan la vocación de servicio de los políticos. Al contrario, los subsidios vician la indolencia natural de la gente. Murámonos para que el sistema sobreviva poblado sólo por capitalistas depredadores, banqueros ambiciosos y avaros, gobiernos engañadores, políticos incompetentes, golfos útiles, gestores trapisondistas y opacos, predicadores subvencionados, sectas espíritu-lucrativas, turismo geriátrico solvente, y el necesario panel de trabajadores rentables y sumisos. Eutanasia para improductivos. Y más columbarios para guardar sus restos. La construcción de esas residencias póstumas minimalistas, contrapunto a la desinflada burbuja inmobiliaria. La demografía ha demostrado empíricamente que podemos pasar de los ochenta años. Por genética, por clima, por alimentación, por estilo de vida, por cobertura sanitaria. Podría prolongarse la edad de jubilación y modificar el periodo de cotización para acceder a la pensión máxima, pero, a falta de creación de empleo, sería cerrar puertas al relevo generacional. Cada vez trabajan menos para mantener a más. Hay que reducir longevos como se atrapan palomas excedentarias en los parques y se barren mantos de hojas en otoño. O parados y pensionistas autorregulan su especie o serán responsables de la precaria vida de sus sucesores. Murámonos, coño. De lo contrario, la Administración tendrá que implantar nuevos impuestos: de circulación de ociosos, de ocupación de bancos en parques y paseos, de observación de obras, de partidas de cartas, de juego de bochas, de disfrute de nietos, de viajes organizados. Cotiza o muere.