En ocasiones resulta de lo más interesante escuchar las conversaciones ajenas y observar, por ejemplo, cómo hablan entre ellos los jóvenes de hoy en día. Quizá una de las cosas que más nos llame la atención a los que ya tenemos lejos la adolescencia es el uso de palabras malsonantes, que emplean, sobre todo las chicas, cada vez en mayor medida. No sé, pero a mí resulta un poco fuerte que entre amigas se digan lindezas como eh, tú puta zorra o poligonera.
Esta tendencia es muy perceptible en nuestra sociedad, y así lo recoge, por ejemplo, la profesora de la Universidad Pública de Navarra Orreaga Ibarra, en su interesantísimo libro Nafar euskaldun gazteen ahozko diskurtsoa (Discurso oral de los jóvenes euskaldunes de Navarra), recientemente publicado. En él, la autora describe cómo hablan los chicos y chicas euskaldunes entre ellos y en un contexto informal. En estas conversaciones se aprecian unas características comunes a las de todos los jóvenes del mundo, como es el deseo de utilizar un lenguaje propio, que quede tan lejos de la forma de hablar de los niños pequeños como de la de profesores o gente adulta, en general. Los adolescentes, al hablar, algunas veces no buscan la comunicación de ideas o sentimientos, sino que, simplemente, pretender establecer contacto. Usan, en general, palabrotas, expresiones que provienen del mundo de la marginalidad. Les gustan las exageraciones, todo es súper y mega. Utilizan anglicismos y tecnicismos de moda. Los que hablan en euskera recurren con frecuencia a palabras y expresiones en castellano y mezclan características de diferentes dialectos.
La verdad es que hay veces en las que al euskaltzale se le cae el alma a los pies al oír hablar a la chavalería. Dice Orreaga Ibarra, sin embargo, que dentro del registro informal esto no es nada extraño y que lo importante es que los jóvenes desarrollen sus competencias lingüísticas en los diferentes registros del idioma. Que así sea.