Poyéjali!
Este martes se cumple medio siglo del viaje al espacio de Yuri Gagarin. La primera vez que un humano se despegaba un poco más de lo habitual de esta majuela azul clarito en la que nuestra especie nació y vive (o malvive). No es que desde entonces hayamos ido muy lejos: poco más unos cuantos cientos de elegidos han dado saltos o vueltas alrededor, y una magra docena llegaron a posarse en la Luna. Pero un 12 de abril de 1961, poco después de las 9 de la mañana, la Vostok 1 se elevaba desde el Cosmódromo de Tyura-Tam, en la República Socialista de Kazajistán, y dentro iba Yuri Alexéievich Gagarin, de 27 años. Gritó "¡allá vamos!" (o sea, el "poyéjali" ( !) que a más de uno le habrá hecho mirar dos veces el título de la columna de hoy). Y en unos minutos era ya el hombre que más alto había subido y más rápido había viajado: 28.000 km/h. Al bajar de nuevo, tras un viaje de menos de dos horas, reconoció que la Tierra era hermosa, aunque primero tuvo que asegurar a una campesina que le vió llegar, alucinada ella, que no era un ser del espacio.
Mañana debería ser un día de fiesta en todo el mundo, para recordar este hito histórico sobre el que podemos además hasta filosofar. Deberíamos también recordar las muchas cosas que quedan pendientes de hacer. El mundo que comenzó la carrera espacial no existe ya, y las promesas de una ciencia y tecnología espacial siguen sin cumplirse en un mundo demasiado dominado por el interés y con un sistema social enfermo que tolera la pobreza, el hambre y la enfermedad de una gran parte de la población con absoluta indiferencia.
Una anécdota, para colmo: estaba yo imaginándome Gagarin orbitando la Tierra (una ensoñación conforme el bus entraba en nuestra Estación de Autobuses tan futurista) cuando de repente me encuentro con unos tenderetes donde una persona que vive de hablar con pretendidos muertos, otra que vendía biocibernéticas cuánticas hologramas y tántricas, y más gentes de tal oficio, se dedicaban a sacar los cuartos a la parroquia aprovechándose de que esos timos siguen impunes. Esto si que ha sido un batacazo de vuelta a la Tierra. Al suelo, más bien. Zas.