El martes que viene se celebrará el día del Orgullo Gay, o LGTBIQ (lesbianas, gays, trans, bi, intersex y queer). El manifiesto que han preparado para este año viene firmado por un buen número de colectivos que trabajan en la defensa de los derechos de estas personas, y otras asociaciones como Medicos del Mundo o el Consejo de la Juventud de Navarra. El texto comienza así: "Somos bolleras, maricas, machorros, viejxs, locas, feministas, marichicxs, indefinidos, putas, desviadas, críos, sin papeles, enfermxs mentales, heteroinsumisas, mestizos y estamos orgullosxs, porque queremos y creemos en una sociedad libre y diversa."
Reclaman el "derecho a la libertad sexual, identidad sexual y orientación del deseo, que afecta a todas las personas". Todos los días del año, pero especialmente el 28-J, hacen un llamamiento a la sociedad para hacer un frente común contra quienes quieren condenarles a "las catacumbas del pecado y la marginalidad" y afirman que "la transmaribollofobia permanece anclada en el sistema heteropatriarcal".
Una parte de la sociedad navarra aplaudirá estas palabras pero otra, y no pequeña, se escandalizará. Bueno, se escandalizaría si las oyese, o las leyese, algo poco probable, seguramente.
De estos temas no se habla mucho porque levantan ampollas. En este sentido no hay más que ver cómo se está tratando el asunto del aborto en las negociaciones UPN-PSN de estos días. Yolanda Barcina y Roberto Jiménez se incomodan cuando les pregunta por el tema, se ponen tan nerviosos como dos adolescentes a los que hubiesen pillado haciendo manitas. Roberto sonríe y afirma que ya no se tendrá que salir de Navarra para abortar. Yolanda le pisa la palabra para afirmar que en la sanidad pública no se atenderán estos casos, y se seguirá como hasta ahora. Es como un acertijo. Yolanda, la señora, no quiere hablar claramente de la clínica de Ansoáin donde se llevarán a cabo estas intervenciones porque muchos de sus votantes jamás lo aprobarían. Seguro que entre ellos hay bastantes transmaribollofóbicos de catálogo.