Contra minusvalía, esfuerzo; contra dificultad, superación; contra conformidad, excelencia; contra disuasión, convicción; contra duda, firmeza. Estas son las virtudes cardinales de Oier Lakuntza Irigoien -un inválido muy capaz-, cercano al doctorado en Química Cuántica. Oier (Pamplona, 26 años) padece desde pequeño una enfermedad degenerativa -el síndrome de Wolfran-, de origen genético. Se caracteriza por la existencia de diabetes con afectación ocular y con manifestaciones asociadas, como la sordera. Poco frecuente y sin terapias curativas. Oier Lakuntza encaró con coraje sus crecientes limitaciones físicas para avanzar en los estudios obligatorios. Se matriculó después en la Universidad de Navarra, donde se licenció en Químicas. Uno de los 8 alumnos (entre 35) que realizó la carrera en cuatro años. El segundo mejor expediente de su promoción. Le orientaron a Letras, pero quiso estudiar Bachillerato de Ciencias. Le aconsejaron Exactas como estudios superiores, pero su inclinación era la Química. Coherencia y determinación apartaron sugerencias razonables y obstáculos serios. Está inmerso ya en la culminación de su tesis doctoral en la Universidad del País Vasco. Algunos de sus artículos de investigación han sido publicados en revistas especializadas de referencia y de alta consideración internacional. Esta frase de una profesora de Secundaria sintetiza su mérito excelso: "Oier hace fácil lo imposible". Disfruta de una beca de investigación del Gobierno foral (1.100 euros al mes/12 pagas/los dos primeros años; 970 euros al mes/14 pagas/los dos últimos), que el INSS (Instituto Nacional de la Seguridad Social) considera "incompatible" con la prestación económica por discapacidad (minusvalía del 86%). La demanda se verá en los tribunales, pero el requerimiento de la Administración parece ajustado a legalidad. Así se lo advierte su letrado a una familia sorprendida, escandalizada, indignada. La prestación por discapacidad obliga a vivir como un incapacitado. El espíritu del legislador estimula la integración y respeta la diversidad, pero la rigidez del reglamento induce a un comportamiento acomodaticio con el subsidio. La postración, subvencionada; el empeño superador y la inteligencia brillante, penalizados. La prestación por discapacidad sufraga necesidades asistenciales y farmacológicas del enfermo y sus cuidadores. La beca facilita estudios y, en este caso, apoya la brillantez. Lo legal y lo justo vuelven a contraponerse. La incompatibilidad de percepciones puede ser legal. Pero hacerlas incompatibles no siempre es justo. La propia naturaleza humana hace compatibles carencias y potencias en un mismo ser humano. Soportar unas y desarrollar las otras compone un ejemplo directo de grandeza. De nombre, Oier.
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