Lo cuentes como lo cuentes, un país con casi 5.700.000 parados tiene mal futuro: un 14,56% en la Comunidad Autónoma Vasca y un 16,41% en Navarra. Mal futuro y poca o ninguna gracia, es decir que con esas cifras sobre la mesa se te quitan las ganas de burlarte de nada, por muy refrescante que resulte en estos días de calorina. Porque, por si fuera poco, mientras el gobierno, por sus bocas parlantes, jura y perjura, nunca mejor dicho, que no habrá rescate, hasta ahora, desde que llegaron al poder, no se les ha oído hablar de cómo crear empleo, en concreto, ni de cómo va a afectar la subida del IVA al pequeño comerciante, al tendero de la esquina, a ti, a mí, a quien ve reducido su trabajo o lo pierde... falta trabajo, los sueldos están bloqueados, el consumo baja, los cierres se acumulan y aún tienen la jeta de hablar de emprendimiento.
Hablan de emprendimiento, pero no de la recesión y su verdadero alcance, el que tiene a familias enteras en paro en un estado casi de reclusión domiciliaria. Yo no sé si es que les da miedo hablar de la realidad callejera o no saben, porque cuando lo hacen, siempre en general, de forma brumosa, su tono es el compungido, de mala comedia, de un auto sacramental de cuaresma económica, en la que ellos gozan de bula porque se siguen fumando sus purazos a la puerta de la olla de los tramposos. No saben de qué va la cosa. Ignoran lo que está sucediendo abajo, en la calle que es suya y de la que hay que borrar al que moleste, al que abra la boca.
Para ellos son solo cifras, no personas. Solo somos estadísticas, números, cabezas. Eso ni compromete ni contamina. Estamos a un paso de la marca de ganadería. No lo ven y hasta me temo que no puedan verlo porque no saben, porque se asoman a la desdicha social y ven, no sé, otra cosa, no desde luego lo que ve, si es que todavía puede, el que tiene el agua al cuello.
A la gigantilla que gobierna Navarra, por ejemplo, le va la marcha de las actuaciones policiales abusivas y desproporcionadas. Sabe, por ejemplo, cómo fastidiar las fiestas de lugares como Elizondo, porque todo lo que sucedió era más que previsible: no pueden pretender que la gente calle, eso es, por su parte, un abuso mayúsculo y en el terreno del abuso estamos. Pero en cambio no tiene ni repajolera idea de cómo bajar la cifra del 16,41% de paro que hay en Navarra, 16,41% y subiendo de manera imparable. Las cifras contradicen sus mentiras. De sus cuantiosos ingresos y beneficios económicos estrechamente ligados a su actividad política, sabe hablar porque sabe mentir; del sueldo o de los ingresos de quienes están cerca del paro, tienen contratos o trabajos de una precariedad sonrojante, no habla, porque los desconoce; y si los conoce y calla, es falta de decoro político. Pertenece a la misma casta social que apoya una indemnización multimillonaria para el juez Dívar, que tanto nos irritó con sus monerías hace unos meses, y que sin duda es legal, pero es indecorosa en estas circunstancias.
Lo indecoroso es el pantano en el que esta gente se mueve como si fueran ágiles palmípedos: garras membranosas que permiten sostenerse en terrenos poco firmes y que, metidas en el cajón, hacen las veces de retel. Legal o medio legal, pero indecoroso, asocial en muchos casos, como el de esa entidad financiera gallega que encajó productos financieros a deficientes mentales y a analfabetos, sin que quienes perpetraron esa fechoría, la encubrieron o la pergeñaron estén en la cárcel. Pidieron perdón. Un número ya muy visto de este guiñol de tramposos.
Entre tanto, el ministro de Defensa prorroga la estancia de bases militares norteamericanas en suelo español, pero no se sabe que se haya investigado lo más mínimo sus intereses económicos con empresas armamentísticas norteamericanas o con compañías de matones que custodian centros oficiales, pese a las peticiones de IU. ¿Quién va investigar? Nadie, es hasta tonto preguntárselo o proponerlo. Aviaos estamos si la verdad es, como dice la Cospedal, la que figura en su declaración de bienes en un país que es campeón indestronable de fraude fiscal, de fraude a secas. Además, ¿Qué verdad? ¿La de birlibirloque?
Un fraude de tales proporciones que no hay medida legal que lo ataje: los grandes titulares de prensa dan en nada, en olvido: amnistías fiscales, penalidades de cuya aplicación concreta no se tiene noticia, arreglos, chanchullos, secretos... Los titulares de prensa que hablan de represión de fraude son como los anuncios de feria de las coristas: mucha fachada y detrás no hay nada, cuatro palos mal colocados, y en medio del desierto, para que quede sugerente. En las películas americanas de gente que va de ningún sitio a ninguna parte y acaba muriéndose de mala manera, se ven mucho.
En cambio, los anuncios de represión a secas de quienes se oponen a este estado de cosas y al sistema que las sostiene tienen detrás una sólida maquinaria judicial de relojería kafkiana. Unos tanto y otros tan poco.
Es difícil saber lo que va a pasar, lo que nos va a pasar quiero decir, en nuestra casa, en nuestro bolsillo, con nuestro trabajo, cuando no sabemos lo que está en realidad pasando allí donde está visto manejan las grandes cifras, porque también para nosotros son cifras que abruman, que se entienden a medias, de las que hasta hace nada no teníamos noticia.
Viene en mi ayuda un verso, viejo, de un tipo honrado como pocos, Félix Grande, en su libro Blanco Spirituals: "Tengo la prisa del insomne que una noche descubre / que casi todo ocurre sin su consentimiento ni participación". Y ya no me río cuando recuerdo a Patxi Asirón recitando, por las calles solitarias de lo viejo, a César Vallejo en su "considerando en frío, imparcialmente... que el hombre procede suavemente del trabajo / y repercute jefe, suena subordinado"; y presto atención a Marea, al Kutxi, que sabe mucho de un tiempo que la desmemoria de los nuevos ricos ha borrado, o a El Drogas, que lo mismo. Se acabó el sueño y se acabó lo que se daba. Estaba cantado, eso, estaba cantado, sobre todo en extramuros, que es por donde andamos, quejque anda mucha gente vagando por extramuros, de ningún sitio a ninguna parte, de la puerta de su casa, si es que la conserva, al mismo lugar... para lo de los nervios.