Semana movida. No podemos quejarnos. La montaña rusa sigue funcionando a pleno rendimiento, el laberinto de la risa lo mismo y el túnel de los horrores, siempre renovado, jamás decepciona. El Real de la Feria a todo trapo.

No me escandaliza lo que le han hecho decir al rey de España para su página web, publicitaria de sí mismo, de su familia y de la ya triste monarquía que representa. Y no me escandaliza porque me parece una prueba estimable de la descomposición del modelo de Estado y del descrédito de la insuficiente institución que ya no puede levantar cabeza ni a base de fotos retocadas. Ya no se trata de recortar poses o sonrisas, ni la propia historia siquiera, sino de escribir otra. Quienes le escribieron ese texto publicitario y oportunista padecen la acusada miopía de los que viven en otro mundo, y por eso son incapaces de percibir cómo sienten y padecen los que no pertenecen a su casta.

Son demasiadas las trapisondas de la familia real y otras las necesidades y ambiciones de un país que no parece estar hundido del todo, pero se encuentra tan averiado como un barco al que no consiguen meter en dique seco para reparaciones de urgencia.

Yo no sé si ha llegado el momento de hablar con franqueza de la República española, pero lo parece. Los motivos son ya muy otros a la pésima imagen de las cacerías del rey, a sus negocios nunca investigados (¿qué fue de aquel Colón de Carvajal?), a los pufos de Urdangarin; pufos que no hubiese podido llevar a cabo sin la presencia simbólicamente tutelar de la Casa Real y un conjunto de ciudadanos serviles que pagaron por ser vos quien sois. Lo dice el juez ahora y en esta página lo dijimos desde el principio: uno cobró, pero otros pagaron sabiendo que no debían pagar. Es ese modelo de sociedad y Estado el que es preciso barrer. Es esa magistratura que se niega a mirar de frente cuál ha sido el papel de la hija del rey en este colosal saqueo, la que hay que sanear.

No me escandaliza ni me hace perder mucho tiempo el discurso del rasgado de vestiduras porque me interesa mucho más el informe de Cáritas y la cifra de un millón de personas atendidas y la reacción social que esto ha provocado... Escuchen... ¿Lo ven? No se oye nada, nadie se rasga las vestiduras. Y es que como muchos son extranjeros, a mí plín. Descomposición del modelo de Estado y descomposición de la ciudadanía que en los malos tiempos no siempre saca a relucir lo mejor de sí misma.

Se habla de una ciudadanía bajo mínimos que acepta sin rechistar que la puedan detener preventivamente como en el mejor de los estados policiacos, y que no sabe a qué carta quedarse con la cuestión catalana porque ni siquiera sabe lo que va a pasar con sus pensiones de jubilación sobre las que ha caído el manto engañoso de la ambigüedad del presidente de Gobierno que circula de un lado para otro con un aire cada día más alelado. No es para menos. Las circunstancias. Él mismo lo dijo. Temibles las circunstancias. Si no sabes manejarte, vas a la deriva y te arrollan, te hacen chocar de forma violenta con la realidad, esa que desde su campaña electoral fue incapaz de ver.

Es el momento del rasgado de vestiduras y de las manos a la cabeza. Los motivos los suministra Artur Mas y también lo hace este titular, CiU advierte: el Parlament puede proclamar Estado propio, que resume bien un Estado de la cuestión que a unos inquieta más que a otros. Viejos fantasmas y más viejos discursos acompañados de su retórica y hasta de frases que remiten a Els Segadors, como ese reproche a un bon colp de falç que provoca sesudas llamadas al orden constitucional, a la unidad de todos los españoles, a la solidaridad, al engañoso resultado de un referéndum... Ahora nos salen con el Estado federal como mal menor. Si se plantease de manera frontal este, estarían en contra. No son de fiar, no somos de fiar.

Hoces para arriba, hoces para abajo, Santiago Carrillo se ha extinguido perseguido por una memoria histórica que es la de los otros, la de Paracuellos, la de los vencedores de la guerra y sus mártires, cientos de miles de veces contada e investigada cuando se ha podido investigar, tarde, por historiadores solventes, siempre para unos, no para los otros. Todos tenemos nuestros historiadores de cabecera y de guardia y nuestra verdad de la historia, y no nos asomamos a la otra. A quien está convencido de que Carrillo fue el responsable de la matanza de Paracuellos no le vayas con investigaciones; por eso este y quienes con él forman no querrán saber quién dio la orden y ejecutó la matanza del corral de Valcardera. Una historia común ya me parece imposible, no ya la de hace 76 años, sino la de hace treinta, la de ayer mismo y de sus demonios. La muerte de Santiago Carrillo ha puesto en escena la bambolla nacional y ha hecho hervir en las redes sociales la olla del odio nacional. Bastaba asomarse y ver.

Semana pues de funerales, nacionales, que no es fácil saber en qué van a acabar porque no somos adivinos del porvenir. Y por si fuera poco el Guindos, emblema de nuestras subidas y bajadas del guindo, nos dice que las ayudas que ya no sé si van a pedir, piden o pedirán, van a ser "poliédricas". Remedando a Shakespeare en algún lugar (me parece) donde aparece Falstaff: "¿No podrían hablar con palabras de personas de este mundo?". Porque no entendemos lo de poliédrico, salvo que nos vayan a dar en todas partes, hasta en las ocultas. ¿Serán o no serán poliédricas las intocables pensiones? Porque Rajoy I El Embustero, para tranquilizar a la ciudadanía, ha dicho que no ha pensado en tocarlas, lo que quiere decir que puede pensarlo en cualquier momento.

Se va la condesa consorte de Murillo con sus rabietas y sus ambiciones frustradas, su boca brava y sus manías de grandeza propias de quien ve el país y la función pública como un cortijo de su propiedad y ahora como un bingo y un puticlú para mafiosos de Las Vegas a lo grande. Se va, pero no creo ni por un momento que los que quedan a su espalda sean mejores porque son iguales y a la misma España representan con idénticas maneras. Son los Gürtel, no lo olvidemos.