El buen rollo de la ciencia

De buen rollo, llega el verano y los anuncios de cerveza son así, con su puntito informal, pero de buen rollo; joven reivindicativo, pero de buen rollo. Pelín canalla, llámalo hipster, pero luego obediente consumidor y ciudadano probo. Que no monte escraches ni niegue el saludo a un ministro. El otro día un lector del blog me achacaba tener mal rollo, ser un desagradable. Que me escuchaba en la radio, o en los bares hablando de ciencia, o así, y que todo era interesante, científico, amable. Pero que luego era un tipo intolerante y... qué les voy a contar. Qué más me gustaría a mi poder siempre hablar de ciencia bonita, de esas de los descubrimientos, de los avances y las sorpresas: el otro día estábamos mirando el cielo con un montón de gente con la que habíamos hecho un curso de astronomía y, de verdad, que parecía que todo fuera bien.

¿Es culpa mía que el mismo día, ese viernes 14, las movilizaciones de toda la ciencia española fueran ninguneadas como si no existiera un problema grave? Que los máximos responsables de la ciencia, que están en el ministerio de economía y no en uno dedicado al conocimiento ni siquiera uno dedicado al emprendimiento, ni siquiera tuvieron a bien recibir en público a quienes les llevaban unas pocas decenas de miles de firmas de esa carta por la ciencia que nadie leerá. Que se estén incumpliendo convocatorias que son básicas para la investigación, se eliminan programas de incentivos y becas, se complica todo un poco más y se pone más cara la enseñanza. Queremos ser ignorantes más allá de nuestras incapacidades, parece el lema de este gobierno.

Así, claro, se convierten en los reyes del anacoluto, del argumento falaz y de la ofensa al intelecto en cuanto intentan justificar cualquier cosa. Muera la inteligencia, porque con una canción indie, unas birritas, el atardecer de verano y eso, todo es guay. Y la ciencia, a ver si aprende y se hace guay, como Punste, por ejemplo. Así que el resto a ver si dejamos de dar el coñazo con las quejas.