la verdad es que me enteré el lunes de que el domingo se había celebrado el Día Sin Coche en Pamplona. Igual es porque no me tocó pasar por una de las cuatro calles cerradas al tráfico para la ocasión.
Es más, después he sabido que ha habido toda una Semana de la Movilidad ¡y yo en Babia! Ahora que lo pienso por eso estaba el otro día aquella villavesa medio cruzada enfrente de la Diputación. Pues no. No estaba averiada. Y los señores con corbata y pinta de vendedores que pululaban alrededor de todos aquellos coches aparcados en la plaza del Castillo estaban para mostrar a la ciudadanía las excelencias de los nuevos vehículos eléctricos.
Además leo que ha habido paseos, marchas silenciosas, gymkanas y un picnic musical en Yamaguchi con zancos, hinchables, talleres de maquillaje y hasta un Rodafonio musical de cuatro metros. Todo esto me parece muy bien y muy divertido, pero no sé yo si es muy eficaz para conseguir la sostenibilidad de la ciudad. Dicen que es para concienciar a la ciudadanía, pero yo creo que a los que hay que concienciar es a los que toman las decisiones de dónde invertir o no el dinero público.
Seguimos jugándonos el tipo en unos carriles-bici que en muchísimos tramos dan vergüenza ajena, como esos que en realidad son una raya pintada en el suelo que duran lo que duró la lata de Tintalux.
Y el transporte urbano comarcal sigue perdiendo viajeros y dinero a raudales. Como dijo ayer el presidente de la MCP, uno de los principales problemas de este sector es "el inestable marco financiero del mismo, que ha generado un déficit anual de un millón". Y ahí siguen sin ponerse de acuerdo Gobierno y Mancomunidad para poner en marcha un nuevo plan y se siguen poniendo parches al servicio porque, entre otras cosas, sistemáticamente se olvidan de él en los sucesivos desarrollos urbanísticos. Y ahí seguimos toda la sufrida tropa de usuarias y usuarios, esperando a la villavesa, callados, resignados e hiperconcienciados con la sostenibilidad.