Hasta el martes que viene está abierto el plazo de prematriculación en las Escuelas Infantiles Públicas de Pamplona. Son 17 en total, 12 dependientes del Ayuntamiento y 5 del Gobierno de Navarra. Ofrecen 720 plazas para nuevos alumnos-as: 433 en castellano, 209 en castellano con actividades en inglés y 78 en euskera.

Desde hace años se le viene pidiendo al consistorio que amplíe el número de plazas en euskera y que la oferta se extienda a diferentes barrios de la ciudad. La respuesta es siempre la misma: que no hay demanda por parte de las familias. Pero ¿cómo la va a haber si no se les da opción más que a elegir entre lo que ya hay? Es como si en un restaurante sólo ofrecen alubias rojas o blancas de primero. Nadie pide borraja, sopa, ni alcachofas de Tudela, pero eso no quiere decir que no quisieran comerlas. Aquí pasa lo mismo, pero con el agravante de que estamos hablando de un servicio público. La Adminsitración, por lo menos, debería preguntar para intentar adecuarse a la demanda real.

Este año colectivos de padres y madres, sindicatos y asociaciones varias han puesto en marcha una campaña de recogida de información. Hasta ayer ya habían recibido a las puertas del Patio de los Gigantes más de 250 solicitudes de familias de todos los barrios, manifestando su deseo de matricular a sus niños en euskera y cerca de su hogar. Imagino que todas ellas irán a parar a la misma papelera que las 80 del Casco Viejo que el año pasado solicitaron lo mismo.

Es curioso, sin embargo, con qué celeridad intentó UPN cambiar el modelo lingüístico de la E. I. Donibane, pasando de castellano a "castellano con actividades en inglés" para atender a la demanda de un grupo de progenitores, hasta que la oposición se lo tiró en pleno a finales de febrero.