Estafas soberanas
Ya sabíamos que lo del peaje a la sombra era una soberana estafa para nuestras arcas públicas. Desconocíamos hasta qué punto. Nos lo dio a conocer el otro día la Cámara de Comptos. Por cada coche que hace viaje de ida y vuelta de Pamplona a Estella, o viceversa, los contribuyentes de la Comunidad Foral apoquinamos más de 10 euros a las concesionarias de la Autovía del Camino. Hay autopistas con peajes más baratos. La cara de tontos de todos los que van y vuelven a la capital a diario desde cualquier punto de Sakana, Baztan, Tafalla o Tudela debe de ser todo un poema. El agujero se irá agrandando año tras año y lo seguirán pagando nuestros nietos por obra y gracia de UPN. No es el único negocio ruinoso en el que este partido nos ha metido a todos. El Gobierno de Navarra aprobó la semana pasada el plan de Guenduláin. Después de que los jueces lo tumbaran en primera instancia, el ejecutivo de Barcina ha tramitado a la carrera su nueva redacción, no sea que le pillara el final de legislatura sin cumplir con el PSN y con esos constructores que, en pleno boom inmobiliario, soñaron con el pelotazo del siglo: una nueva ciudad para 50.000 habitantes a pocos kilómetros de Pamplona. Cuando sólo en la Cuenca hay 33.000 viviendas vacías o planificadas, y sus propietarios se las ven y se las desean para venderlas en un mercado saturado, vamos a tener suelo para 18.000 más. Este rescate encubierto -uno más?- ata de pies y manos a esta administración y a las futuras, y volverá a pesar como una losa en las arcas públicas. Sólo la urbanización de las 411 hectáreas del plan tiene un coste calculado de 260 millones de euros, que el Gobierno tendrá que acometer algún día, lo quiera o no, so pena de verse denunciado por sus beneficiados. Es el regalo envenenado con el que UPN nos obsequia estas Navidades. La oposición, en Belén con los pastores.