en el s.XV se quemó el archivo del valle de Roncal en un incendio ocurrido en la Iglesia de Isaba. Desaparecieron muchos documentos valiosos, pero, por suerte, antes de que se perdiera también la información, los que los habían leído los escritos los transcribieron de nuevo. En 1630 un roncalés llamado Juan Martín Hualde recopiló todos esos textos en un volumen que ha estado perdido por el mundo durante muchísimo tiempo y que se ha vuelto a encontrar hace ahora tres años. Entre otros datos importantes, estos documentos detallan lo ocurrido en la batalla de Olast, cerca de Yesa, en el año 785: cuando los roncaleses supieron que las tropas del moro Abderramán estaban llegando al valle durante una inclusión por los Pirineos tras la batalla de Poitiers, los hombres tomaron la decisión de acabar con la vida de sus mujeres e hijas porque no querían que fuesen violadas, torturadas y asesinadas por los moros. Una decisión durísima, pero la única manera de evitar tanto dolor, en su opinión. Ante esta situación las mujeres roncalesas dijeron que nada de eso. Se cortaron las trenzas, se vistieron de hombre y marcharon a la guerra, duplicando así los efectivos militares defensivos del valle. Y ganaron en la batalla de Olast. Y fue una mujer la que le cortó la cabeza a Abderramán.

Esa misma decisión y valentía, esa firmeza es la que ha demostrado ahora la sociedad navarra en estas elecciones. Por encima de cuentos de miedo y otras milongas la mayoría ha tenido claro que lo que realmente hay que hacer es sacar esto adelante y poner en marcha lo que no funciona, empezando por ayudar a los que peor lo están pasando, que son muchos. Y ahí estaremos todas, una vez más, para arrimar el hombro.