casi se me salen los ojos de las órbitas al ver a una reportera de televisión húngara agredir a refugiados sirios que trataban de huir hacia Austria. Alucinante como esta bestia parda, cámara en mano, le pone una zancadilla a un hombre que llevaba a su hijo pequeño en brazos y cómo luego les hace el mismo placaje a unos niños que pasan corriendo a su lado. No quiero ni pensar cómo serían las crónicas de esta pieza en televisión. Incomprensible este comportamiento y además delante de las cámaras de otros medios, sabiendo que este material altamente sensible corre por todo el mundo como la pólvora. Las imágenes de los refugiados, la del chiquitín de la playa y tantas otras, son las que están moviendo la conciencia de Europa. La ciudadanía está presionando para que las instituciones actúen con más celeridad y, en este sentido, el Gobierno de la nueva Navarra y muchos ayuntamientos están trabajando contra reloj con las entidades sociales para tejer redes de ayuda estable, a pesar de la lentitud de paquidermo de Madrid y Bruselas. Otro frente más al que atender con urgencia nada más aterrizar en los despachos. Mucho trabajo y muy complicado, pero que parece que no lo estarán haciendo tan mal cuando las más mordaces críticas de UPN en boca de Sergio Sayas se limitan a decir que este gobierno es “lento, adormilado e inoperante” o se dirigen a cuestiones tan vitales como la indumentaria de los concejales en el desfile del Privilegio de la Unión. Siguiendo en su línea, Enrique Maya calificó de “alcaldada” el hecho de que cada concejal pudiera decidir como ir vestido a la cita y advirtió con voz solemne: “Esto es un principio. Si esto sigue así, pues a lo mejor acaban todos con viseras y gorrillas y playeras. Como todo el mundo puede hacer lo que le de la gana?”. Si esto es lo peor que pueden decir, no va mal la cosa.