Quienes tenemos experiencia con menores sabemos que la del título es una destreza básica cuyo desempeño no conviene dejar a la entusiasta voluntad o a la total desidia del o la protagonista y hay que tutorizar hasta que no se haya alcanzado un nivel satisfactorio para, en su caso, completar esa tarea tan humana por otra parte.
¿A qué edad más o menos se consiguió en su entorno? En cualquier caso, antes de la ESO, ¿verdad? En la misma línea, quienes hemos educado hemos insistido repetidamente en que el elemental respeto a los demás nos obliga a privarles de los residuos de nuestras actividades se produzcan estos donde se produzcan: el cuarto de baño, Yamaguchi o el campus de la Complutense.
Carmena dice que los universitarios pueden ayudar a barrer Madrid para tomar conciencia de o para purgar la suciedad que producen en los botellones. Aquí, las y los vecinos de Yamaguchi también confiesan su hartazgo. La pocilga es global. La propuesta de la alcaldesa obvia que barrer las calles es un trabajo y que Madrid vio recortado el número de personas que se dedicaban a ello y por ello eran remuneradas. Creo que lo correcto no es hacer de esta una cuestión de voluntariado ni se trata de acercar a la población universitaria al trabajo manual sino de responsabilizarla de sus propios residuos. Lo principal es que esa porquería es evitable y su abandono en la vía pública punible.
Estos y estas jóvenes que pueden circular libremente, conducir, desarrollar todo tipo de actividad sexual, votar, crear empresas, manejar capitales y como mayores de 18 años están sujetos a la legislación vigente, ¿pueden también dejar podridos a reventar los lugares de ocio sin ninguna sanción como si no fueran responsables de sus actos?