una amiga me pidió ideas para un artículo que estaba preparando sobre cómo ligar con un navarro. Para empezar le aclaré que todas las ideas que me venían a la cabeza valían exactamente igual para intentar ligar con una navarra, porque en este tipo de cosas sí que creo que tenemos bastante paridad. En primer lugar le comenté que el estómago puede ser un buen punto de partida, pero claro, para los más modernos, ya no vale con hacer un buen ajoarriero, o un corderico en chilindrón, porque ahora lo que se lleva son los pintxos. Cuantos más marinados, espumas y crujientes mezcles, cuantos más maridajes raros hagas, más posibilidades tendrás de resultarle interesante y hasta sexy. Y, cómo no, invitarle a un menú de caza y setas de otoño, a una sidrería, a una bodega o a las jornadas de la exaltación de la verdura de la Ribera puede ser una cita de ensueño, sin duda.

A estas ideas mi amiga añadió muchas otras como que ligar con un navarro es una de las cosas más difíciles que vas a hacer en la vida o que si buscas un amor a lo (vamos a llamarle) argentino, con largas conversaciones, piropos, y psicoanálisis, ya te puedes ir dando la vuelta porque eso aquí no existe: “Siendo positivos, eso quiere decir que son sinceros. Muy sinceros. Lo malo, que a veces la sinceridad duele.”

También habla de la importancia de la cuadrilla, del desmelene de San Fermín o de nuestra afición por los retos y explica que puede ser muy efectivo decir eso de “¿A que no me llamas?” o “te apuesto 50 euros a que no vienes de juerga conmigo”.

También dice que es práctico fingirse de Osasuna (rojillo-a) o mencionar esas palabras en euskera que cualquiera recuerda para quienes sabemos cultivan el sentimiento vasco, como kaixo o muxu y apostilla “no sabes lo sensual que puede resultar un aúpa.”

¿Verdades como puños? ¿Tópicos sin más? Divertido, en cualquier caso el artículo publicado en www.traveler.es