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Como ustedes, supongo, conozco a mucha gente. Por eso no es extraño que alguien me explicite alguna aspiración personal. Este contacto también me permite deducir las de un número amplio de personas. Algunas son legítimas y, siéndolo, cursarán con dificultad y recorte y la mayoría no van a sustanciarse. Pena gorda. La vida es injusta. Como comprender y consolar individualmente a todos esos seres a quienes quiero y/o respeto me agota el tiempo, las energías y los megas, contesto a todos desde este foro: ¡No todos llegaréis a ocupar un lugar en la Real Academia de Farmacia! Lo siento. Solo hay cincuenta plazas.

Y ahora, por centrar y en representación de ese amplio contingente de aspirantes, me dirijo a X, Y, Z?, que son muy jóvenes. Sobrinos y sobrinas, hijas e hijos, nietos y nietas, no vaya a ser que hayan incluido tal aspiración en su carta a los Reyes, al Olen-tzero, a Papá Noel o a los tres. Primero tenéis que acabar Primaria, luego la ESO, después, aprobar la selectividad, luego cursar Farmacia (casualidad, ¿no?), luego trabajar en ello unos años y luego, esperar muchos más. Durante el tiempo de espera, podéis dedicaros a filmar documentales, reponer productos, arreglar coches, hacer política o incluso a crear un nuevo medicamento, producir una vacuna o a investigar una dieta. Esto sería el colmo de dedicación a la farmacia, casi un síntoma de desconfianza en vuestros méritos. El caso es que para los cincuenta y algo tengáis cierto nivel de notoriedad y relaciones.

Y si no, X, Y, Z?, haced lo que queráis, lo mejor que podáis. Eso sí, mantened un círculo de confianza. Gente que pueda deciros que por ahí no. Eso vale más que un asiento en una Real Academia.