Julio Pomés ha escrito en Diario de Navarra un artículo titulado Fabricar más pobres. Un título frívolo que si lo lees al fondo, sientes una luz que te hiela la sangre. No parece firmado por quien preside un grupo de civismo, sino por un populista que acaba de cenar con Le Pen. Pomés desconfía del Estado Social y lo disimula con una poética ulcerada. Él va de socorrista de pobres con pedigrí. Con los que se lo curran. Por eso cree que un sistema de protección social es muy costoso. Porque no cree que haya pobres, sino vagos de solemnidad. Y a esa gente ni agua. Porque quieren vivir de los impuestos de las clases medias expoliadas por este gobierno de filoradicales. Pomés exalta a Cáritas. Para él, esa organización y sus voluntarios son la sal de la tierra. No así los servicios públicos protectores de los parias sin futuro. Esos que Laparra, ese vicepresidente yonki de la igualdad, quiere que vivan sin dar palo al agua a cambio de un “sueldo de por vida”. Pero Pomés ignora con alevosía a los bastardos del crimen social. A esos que sangran a los pobres que él socorrería con una mano y con la otra expulsaría de Navarra. Lo digo por el “efecto llamada” de la Renta Garantizada que denuncia como un anatema apocalíptico. Pomés es un populista venido arriba. Porque mientras la crisis ha creado miles de pobres en Navarra, él ha callado como un muerto. Ahora resucita como un profeta del miedo. Dice que mucha gente vivirá a costa de los altos impuestos sobre la industria navarra. Que esa riqueza asustada emigrará dejando un reguero de paro y decadencia. Curioso este hechicero que trampea cuentas, datos e ideas. Pomés: los pobres no se fabrican. Son el resultado de una economía segredadora de la cual usted es arte y parte. Y ellos son rentistas, sí. Pero del heroísmo.