Hace unos días, escuché a un tierno infante, un crío de esos que callado es una monada: “Las mujeres quieren igualdad, pero luego es para ser superiores”. Jolines con la criatura. El chaval lo habrá oído y lo repite encantado. Lástima que en su tierno y otros tiernos cerebros estas ideas se graben en las primeras capas y marquen unos surcos sobre los que se instalará lo demás plegándose a esa hendidura original. Será difícil plastecerla y construir otra forma de mirar y de pensar. Es lo que le pasó a David Pérez, alcalde de Alcorcón, que habla de las feministas como frustradas, amargadas, rabiosas y fracasadas. Habría que analizar el origen de tanta agresividad.

En ello estamos y Pablo Iglesias abre la boca para decir que hay que feminizar la política y se revuelven las redes. “De nada sirve poner como portavoces a mujeres si éstas no están feminizadas”. De primeras, suena un poco paternalista y neomachista. Las mujeres no están feminizadas, ¿quién nos feminizará? ¿Pablo Iglesias? ¿David Pérez? ¿El chavalillo?

Es lo malo que tenemos las ¿minorías?: mujeres feministas o sin feminizar, negros que se blanquean, pobres sin conciencia de clase, homosexuales que no salen del armario o se pasan? un desastre lo mires como lo mires.

Pablo alude a los cuidados como herramienta de convivencia. No puedo estar más de acuerdo. Tiremos del hilo, Pablo, y a lo que importa, ¿qué tal si empiezas a plantear políticas económicas que contemplen los cuidados como parte del PIB, que sostengan dignamente a la legión de mujeres que han devenido pobres porque han cuidado, que las hay y muchas?, ¿qué tal si te apartas un poco de ese discurso rancio de loor a la madre pero ya hablo yo? A este hombre le ha faltado un púlpito.