El cambio de imagen puede ser una mera herramienta de camuflaje. En el caso de UPN, lo es. Sin duda. Un cirujano estético del diseño gráfico ha intervenido en el logotipo del partido regionalista conservador. Liposucción de caspa, aumento de pecho navarrista y un rejuvenecedor estiramiento de piel. Básicamente, eso. UPN prescinde del concepto monolítico del mapa de Navarra y lo compone mediante capas transparentes, reflejo de las “distintas sensibilidades coexistentes en nuestra Comunidad”. Nunca es tarde para enterarse. Al perder poder foral y municipal, una abrumada y herida UPN sintió que “los otros” son muchos. Y capaces de apañarse en su diversidad extrema para sacarle del cortijo. Mapa en rojo, color de la bandera. De la institucional, que es también su bandera sentimental aun sin Laureada. La primera versión del logotipo de UPN (1979, año fundacional) fue en blanco y negro. El nombre del partido rodeaba la silueta del mapa y una N, formada por las cadenas, ocupaba el centro del mismo. En los cuatro modelos siguientes, las siglas aparecían superpuestas sobre el mapa. Rodeado o marcado: sentido patrimonial del territorio. En el más reciente, siglas y mapa ocupaban cuadrículas paralelas. Las letras UPN pasaron del negro al blanco. Ahora, tipografía redondeada y en azul pepero: “Denota seriedad y trabajo, pero no resulta tosca”. La ausencia de tosquedad en el logotipo tendría que pretenderse también en algunos de sus dirigentes. Logotipo y lema: “Todos/Todas somos Navarra”. Tan exagerado como que Hacienda somos todos. Lo expresa solo en castellano, aunque busca transmitir “integración”. Y “optimismo”, a pesar de una oposición catastrofista. Y “dinamismo”, si bien siguen anclados en sus tópicos de identidad excluyente y progreso vinculado al hormigón. Y “transparencia”, a pesar de dietas opacas y graves hipotecas económicas y urbanísticas. UPN quiere transmitir su “renovación”. Solo reforma de exteriores. Camuflaje.