Ayuntamiento de Pamplona-Iruñea. La mesa del equipo de gobierno, extensible. El criterio del anfitrión, generoso. Donde comen 9 comen 11. Alcaldía y diez áreas municipales -o sea, la presidencia de la Corporación y las concejalías delegadas- para once de los catorce concejales del cuatripartito municipal. La crisis de primavera, resuelta en otoño. Geroa Bai ha aceptado integrarse en el equipo de gobierno mediado el mandato municipal. En este caso, remodelar equivale básicamente a sumar: nadie sale, entran dos. Y la concejalía especial de Igualdad asciende a concejalía delegada. Objetivo de Asiron: “mejorar la eficacia, la eficiencia y la toma de decisiones”. Incluso -considera el alcalde-, mayor compromiso con el cambio al asumir labores de gestión las cuatro fuerzas implicadas. Joseba reparte incienso al destacar “altura de miras y muchísima generosidad” de las mismas. Una exageración. Momento socarrón. Alborozo desmedido del titular de la vara de mando porque ninguna pierde y todas ganan. Como el crecimiento de cargos políticos electos y de libre designación a cuenta del erario público suele mosquear al paisanaje contribuyente, el alcalde presume de que más es menos: son más que en el primer tramo del mandato, pero menos que con gobiernos de UPN; y sale más caro que hasta ahora, pero no tanto como con los regionalistas. No deja de ser una justificación retórica porque la comparación es una referencia tan adecuada como interesada. El valor principal está en una óptima relación entre eficiencia y austeridad. El equilibrio interno, facilitado con más poder y más dinero. Un concejal delegado con dedicación exclusiva levanta 49.000 euros anuales. La misma dedicación, sin delegación de área, supone 36.700 euros. A ella está acogida la mitad del equipo de UPN. Siempre me ha parecido chusco que sea mayor el número de puestos designados a dedo (38 hoy) que el de electos (27). En la colocación arbitraria de afines, no hay cambio.
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