Era imprescindible. Creo que la mayoría de la sociedad lo necesitábamos. Que la Justicia alguna vez hiciera honor a su nombre y diera a cada cual lo suyo, lo que le corresponde, o algo cercano a eso. Vivimos un momento que ya se mide en años y que no sé si en el futuro se contemplará como La Era de La Impunidad y la Aniquilación de los Códigos Éticos. Nos gusta alambicarlo todo, ponernos solemnes, construir estructuras complejas, retóricas y conceptuales para explicar, dar contexto y sentido y justificar lo injustificable. Pero si retiramos capas y desnudamos los hechos, resulta que los delitos aparecen como lo que son. Hacer algo a otra persona sin su consentimiento. Vamos a ver. Los cinco miembros de La Manada fueron condenados ayer a 9 años de prisión, 5 de libertad vigilada y una indemnización conjunta de 50.000 euros a la víctima. No a 22 años como solicitaba el Ministerio Fiscal. Los jueces han considerado que no fue agresión sexual, sino abuso. Porque la chica les acompañó por la calle y entró con ellos al portal sin que la agarraran y la obligaran, ni la llevaran a punta de navaja o de pistola. Es decir, no puedes ir sola con un grupo de hombres porque si te ocurre algo, parte de la responsabilidad será tuya. Si la situación se tuerce y pasas de ser una más del grupo a la víctima, resístete con uñas y dientes, aunque en el momento esa actitud te haga sufrir más violencia y más dolor, físico y psicológico, porque si no lo haces, cuando llegue el juicio tus violadores no serán condenados por agresión sexual, sólo por abuso. Da miedo la traducción de esta sentencia. Hemos perdido otra oportunidad de avanzar y sentar un precedente jurídico sano. Han vuelto a poner el foco en nuestra resistencia. Otra vez somos culpables. Qué impotencia y qué rabia...