Acontece más en los pasos no regulados por semáforo: conductor ignora la presencia del peatón cual camarero en barra abarrotada, o se disculpa por su infracción con un mohín amistoso. Distracción o arrogancia. Sin distinción de sexo ni edad al volante. En cualquier supuesto, susto y peligro para la integridad del ciudadano pedestre. La escena es más habitual en largas rectas y con un semáforo en verde en el horizonte. La percepción de lo cercano resulta distraída por la referencia ansiosa del objetivo lejano: vía libre. Transversales de Baja Navarra como Amaya u Olite son ejemplo válido de ese comportamiento. La densidad peatonal de la zona tampoco parece excitar la precaución del conductor, que aún se confía más en arterias de la periferia. Con tanta profusión de aparentes gestos de saludo desde detrás del parabrisas, se diría que los pasos de peatones son un punto de encuentro de amistades o conocidos. Todo un referente de amabilidad en el contexto del palabro amabilización. El año pasado se saldó en Pamplona con cuatro peatones muertos en 164 atropellos. El Ayuntamiento va a medir el índice de seguridad de los 3.000 pasos de la ciudad para tomar las medidas correctoras necesarias. Trabajo en dos direcciones: reducción del tráfico urbano y minoración de la velocidad, proyecto Ciudad 30. Ambicioso. Idílico para unos, insoportable para otros. El plan global de actuación incluye medidas de infraestructuras, control, educación y normativas. Seguro que son posibles mejoras en ubicación, señalización, visibilidad y vigilancia. La tarea básica es de educación cívica. La segunda campaña de vigilancia de pasos de peatones realizada en 2018 (de un lunes a un viernes de marzo) denunció a quince conductores por no respetar la prioridad del peatón y a catorce por estacionar el vehículo junto al paso y restar visibilidad. Cifras nada representativas de la realidad cotidiana. Mero indicio. Las medidas técnicas ayudan. La educación decide.