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Leer, pensar acaso

No sé cuándo o dónde pero leí o escuché y se me quedó grabado que, de forma primaria, no son tanto los sentimientos los que provocan pensamientos sino estos los que condicionan nuestra forma de sentir. Posiblemente los sentimientos estén sobrevalorados como motor vital. Establecen ambos, eso sí, una espiral más que un círculo que puede abrirse e incorporar aportes externos.

Contaba Marian el otro día que lloró como una Magdalena escuchando la entrevista a María Jauregi y Haritz Aranburu. Yo no lo había hecho, pero lo hice más tarde y me pasó lo mismo. La escuché trasnochada a la mañana siguiente, me había quedado leyendo hasta las tantas un ensayo que les recomiendo, El eco de los disparos/Cultura y memoria de la violencia, de Edurne Portela. Se publicó en septiembre de 2016 y no ha perdido actualidad, más bien la ha ganado ahora que asistimos al final de ETA.

El libro repasa producciones literarias, cinematográficas y fotográficas, aborda la palabra de moda, relato, y da abundantes pistas para entender cómo entendemos, qué limites, qué dificultades y qué trampas nos ponemos usted y yo, que vimos, estuvimos y tal vez opinamos públicamente porque tuvimos una postura que se sumaba o contradecía a otras o no lo hicimos porque no encontramos el hueco. No es un libro para quien quiera asegurar un juicio blindado, es un libro que invita a diseccionar la experiencia personal que se incluye en la colectiva. No sé en qué público objetivo pensaba Edurne Portela mientras lo escribía, pero el resultado es un buen libro inteligente y accesible, para hacerle sitio, permitirse un paréntesis, acompañar su método y sopesar la propuesta ética sana y descolocadora que contiene, un libro que estaría bien acercar a jóvenes y adultos. Yo voy a hacerlo.