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Lo que toca

Leo que el acoso escolar por LGTBIfobia es el principal motivo del alumnado para llegar a plantearse incluso el suicidio. No tiene que ser nada fácil vivir con el cuestionamiento permanente de la legitimidad de ser como eres y saber que la ignorancia es ajena no consuela. Los expertos reclaman que la educación respecto a estas cuestiones llegue a las aulas.

Parece elemental y ya llega a muchas de ellas. Es un asunto de convivencia y de valores, claro, qué duda cabe, pero estos tienen que impregnar el resto de las herramientas educativas. Una de ellas es el conocimiento reglado, aquello de que lo que hay que examinarse. ¿Recogen los libros de historia la marginación, las persecuciones, condenas y ejecuciones de estas personas? ¿Describen los de ciencias la diversidad sexual? ¿Dónde estudian los chavales y chavalas cómo han evolucionado las familias, las relaciones? ¿Cómo aumentan ese conocimiento más allá del radio de su entorno y no convierten su propia experiencia en norma universal o situación extraña? Si los libros escolares no recogen las certezas científicas, si la historia que estudian es solo la historia política en el sentido más convencional del término? La decisión de que los libros escolares hablen de esto es una decisión política, también en el sentido más convencional del término y es un paso necesario.

¿Y las familias? Porque la escuela es solo una parte. Un porcentaje no pequeño de familias delega en la escuela estos temas que siguen resultando espinosos. Curiosamente, muchas de estas familias acceden a internet, conocen profesionales y tienen bibliotecas cercanas, fuentes de información para recurrir ante las preguntas o para anticiparse a ellas. En estos momentos, es una responsabilidad de padres y madres. Resulta más complicado que hace unas décadas, el mundo se ha hecho más evidente, más amplio y más complejo. Pero es lo que toca.