Están a punto de cumplirse 40 años de aquel trágico día y no, no parece que fue ayer. De hecho, una visita a la exposición fotográfica sobre los sucesos de los Sanfermines de 1978 en el Palacio del Condestable -que se cerrará este próximo jueves- muestra bien a las claras lo mucho que hemos vivido desde que los grises entraron disparando en el ruedo de la plaza de toros al término de la corrida y, tras horas de terror y enfrentamientos, provocaran la muerte de Germán Rodríguez, así como decenas de heridos; por no hablar de los cuantiosos daños ocasionados y la inevitable suspensión de las fiestas.
El paseo entre esas imágenes me hizo pensar por un instante en aquel mundo sin móviles y en las pocas y valiosas fotos que varios profesionales y algún anónimo lograron hacer entre el humo, el miedo y el limitado número de negativos fotográficos del que seguramente disponían. Visité la muestra, resignada ante el hecho de que nunca sepamos quienes fueron los auténticos responsables de aquella tropelía y junto a un adolescente que me expresaba su incapacidad para entender qué hacían los policías con pistolas en el ruedo, quiénes les ordenaron disparar a una muchedumbre de juerga y, sobre todo, cómo es posible que este oscuro episodio de nuestra historia permanezca aún en la impunidad.