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Depende

Participar del cambio en Navarra: desestimado. Facilitar el cambio en Navarra: rechazado. Acceder a la presidencia del Gobierno del Estado: aceptado. Diferente actitud del PSOE con respecto a “los que quieren romper España”. Los votos de nacionalistas, independentistas, separatistas catalanes y vascos, imprescindibles para el deseo del candidato Sánchez de llegar a la presidencia por el alcorce de una moción de censura. Después de haber dejado al PSOE en mínimos históricos y de haber renunciado a su escaño parlamentario. El culmen de su posterior redención. Los dos de Bildu habrían sido los únicos prescindibles superada con holgura (180) la mayoría absoluta (176), pero ningún signo externo de repudio socialista a su aportación. El independentismo vale para sacar al PP de la Moncloa, no para evitar a UPN en el Palacio de Navarra. Eso fue también cosa de Ferraz. Con altiva reiteración. Imagino el disgusto ético del milagrés Santos Cerdán, actual secretario de Coordinación Territorial de la Ejecutiva Federal, y de María Chivite, secretaria general del PSN, siempre tan excluyentes con Bildu. Insoportable el hedor de la corrupción en la historia del partido de M. Rajoy. Como si el PSOE no supiera de esa lacra en el Estado y en Navarra, donde fue su pionero ya en democracia. Además de los sonados casos Urralburu -aún moroso con Hacienda- y Aragón, y del caso Delegación (Roldán, García Villoslada), había cuenta del partido en Suiza (caso Otano). También hay nombre del PP navarro en los papeles de Bárcenas, de los que, según Rajoy, todo es falso “salvo alguna cosa”. Esa cosa incluye los sobres con dinero traídos por Del Burgo -lo tiene admitido como testigo del caso Gürtel- con destino al consejero Calixto Ayesa (indemnización por cierre de negocio) y a una concejala de Villava (daños terroristas en vivienda). Si el PSN “es la locomotora del cambio en Navarra” (Cerdán), igual tiene que aceptar combustible de Bildu. Ahora sin plomo.