El horror llegó a su boca cuando aquella mujer, con joyas exuberantes sobre sus hermosos senos, abundantes, recibió la noticia del doctor: tenía cáncer de próstata. Las operaciones y las hormonas no habían eliminado aquello que la naturaleza había dispuesto con su nacimiento. Y recordó el caso de aquel norteamericano que, quejándose de su barriga en la clínica, en realidad estaba "embarazado"; no era el primer caso.

Es paradigmático el caso del violador británico que entró en una cárcel de mujeres y, aunque mantenía intactos los genitales masculinos, al declararse como mujer transgénero para cumplir condena con mujeres, abusó de ellas. De los 125 presos trans de las cárceles británicas, 60 tienen condenas por delitos sexuales. Convendría analizarlo. Los deportes es otro campo que es afectado por quienes, operados o no, deciden competir con el otro sexo. La musculatura es diversa según manda la genética. ¿Soy lo que quiero ser? ¿Si me imagino Napoleón o rey, por ello lo debo ser? Conviene tratar con sensatez casos de personas que pueden sufrir en extremo, y en primer lugar a quienes deciden cambiar de género.

Por eso es grave que a partir de 16 años puedan los muchachos cambiar de sexo sin informes ni tratamientos médicos o que puedan hacerlo incluso antes con parental consentimiento. Los tratamientos hormonales y quirúrgicos, pagados por todos, no son bromas para usar sin un estudio serio, psicológico al menos, ya que la adolescencia es una época convulsa y compleja donde hay quienes demasiadas dudas albergan.

Existen quienes luego se arrepienten del cambio. Además, para eludir condenas o conseguir beneficios destinados solo a mujeres, hay aprovechados que cambian su identidad de género. Bonificar a empresas que contratan a transexuales es otro modo de discriminar negativamente a la mayor parte de la población, pues no se trata de minusválidos sino personas que con plenas competencias pueden realizar una función como otros. Que merezcan respeto y afecto, por supuesto, como los demás.

El principio de igualdad en nuestra sociedad continuamente se ve alterado por los privilegios que otorgan las nuevas discriminaciones, denominadas positivas. Antes la sangre real daba ese privilegio, ahora es la raza o el sexo. La democracia es un sistema donde gobiernan las mayorías y se ha de respetar a las minorías pero hay una tendencia hacia su preeminencia y estas no son quienes han de gobernar por encima de la voluntad general, lo que comienza a suceder en torno a razas, religiones minoritarias o sexo y género.

Gastar dinero o subvencionar operaciones y hormonaciones cuando hay quienes mueren por falta de medios, por carencia de vacunas, por miseria, exige una severa justificación que pueda permitirlo. Siempre me causó piedad recordar el caso de aquel que transmutado en varón sufría horrores cuando cada mes la regla venía a visitarle. No deberían hacerse leyes a la ligera.