Después de casi medio siglo pasando meses enteros a menos de 2 kilómetros, la semana pasada me acerqué por primera vez al Mirador de Zamariain, accesible desde Garaioa y Aribe, una formación rocosa colgante sobre la que se puede caminar y que en los últimos tiempos está siendo muy usada por los visitantes como fotografía espectacular. Desde Garaioa hay 3 kilómetros y medio de camino, 2 y medio de ellos de pista y 1 entre el bosque. Algunas personas suben desde ahí -desde Aribe el camino es algo más largo y el desnivel también 70 metros mayor, aunque no es mucho- y otras superan la pista en coche y lo dejan en unos campos y pistas abiertas que hay al inicio del sendero del bosque. Estuve el sábado, hacía un buen día y no vi más de 20 coches en toda la mañana. Imagino que en verano u otros días de fiesta lo máximo que se puede citar ahí serán 50 coches. Pues en Twitter ya hubo un pamplonés que me comentó que deberían prohibir subir en coche, porque él había estado una vez y que estaba masificado. Bueno, es el clásico comentario que solemos hacer los urbanitas -entre los que me encuentro, aunque me haya pegado años de mi vida en el pueblo-: no queremos encontrarnos con nadie, cualquier cosa nos parece masificación y vamos a poner problemas, no vaya a ser que se pierda la pureza ajena. Luego me vuelvo a mi ciudad y ahí se pudra el personal con su pureza. Creo que si prohíbes subir en coche esos 2,5 kilómetros iría menos gente y si va menos gente -que ya va poca- menos opciones hay de que dejen 4 euros -4- en la hostelería de la zona. Subir allá por ejemplo con niños de menos de 3 años o con personas ya mayores es mucho más sencillo y viable si dejas pasar. Si no, casi imposible o muy exigente. Hace poco se han aprobado medidas para salvar el Pirineo de la despoblación. Confío en que se pongan en marcha. Y confiaré más si los de fuera metemos poco la nariz o solo lo justo.