Me están durando las promesas menos que a primeros de año. Joder, ya es la segunda vez que digo que no hablo del PSN y acabo hablando. Juro que es la última. No sé por dónde empezar. Es la falta de costumbre. Llevo 15 años afeando que digan una cosa y hagan la otra, que sean un apósito de UPN y le entreguen poder y lo compartan con ellos que cuando como ayer acaban desmarcándose de esa inercia histórica y apuestan por una presidencia del Parlamento de Geroa Bai tras la que se atisba -aunque quede mucho- un posible gobierno sin Navarra Suma pues te pilla de nuevas y, la verdad, sin la costumbre necesaria para reconocer el gesto. Pero lo intentaré. Hace ya años escribí que el PSN era posiblemente el mayor problema de Navarra, en la medida en la que su postura impedía casi de facto que no hubiese alternativa posible a la derecha de toda la vida. Solo una serie de enormes coincidencias lo hizo posible en 2015, pero como ya se ha visto la numérica normal de esta tierra no es la de 2015. Puede moverse, claro, para un lado y para otro, pero quizá ya nunca tanto como para no necesitar al PSN. No se sabe, en todo caso. Lo que sí es obvio es que esta tierra necesita -más que un gobierno de determinado signo- que se formen gobiernos cuando menos lo más transversales posibles -creo que todos los partidos, todos, tienen cosas positivas-, capaces de ir rompiendo moldes, prejuicios, recelos atávicos -muy fundamentados, por otra parte, en todas direcciones- y que recojan lo más posible la variedad de la sociedad y de la geografía. ¿Cometo un pecado mortal si digo que ni me parecería mal un gobierno con todos representados? Es imposible, lo sé, pero no me parecería mal. En esa línea, lo de ayer es un primer paso para algo no sé si así pero cuando menos distinto a lo que hemos tenido en democracia. Así que enhorabuena al PSN por la valentía al menos ayer. Veamos en qué acaba.