Explicó ayer Enrique Maya, alcalde de Pamplona, que el “tema de fondo” para anular el contrato del Ayuntamiento de Pamplona con los payasos Pirritx, Porrotx y Marimotots era la supuesta adscripción ideológica de algunos de sus miembros -o de los tres, no sé bien-: “están vinculados a la izquierda abertzale”. Esto en román paladino es admitir censura ideológica, algo que a nadie le puede sorprender puesto que funciona esto así desde hace mucho, decenas de años. Por otra parte, comentó que para cancelar el espectáculo previsto para el viernes 29 estaba el tema “de forma”, que para unos -Navarra Suma- permitía cancelar la actuación y para otros -Bildu y la concejala que firmó el contrato cuando aún estaba la anterior corporación- no lo permitía, asunto que se dirimirá imagino yo en algún tribunal o juzgado. No sé, supongo que puede convivir perfectamente el hecho de que te dé repelús y vergüenza que algo se cancele por la vinculación ideológica de unos artistas con el asombro de que el contrato se firmara apena dos días antes de que fuera a tener lugar el más que posible cambio de ayuntamiento -como así fue- y de -supuestamente- una manera que deje un solo resquicio a que quien venga detrás pueda estar haciendo lo que está haciendo. No termino de comprender la situación ni la actuación, aunque imagino que tiempo tendrá Beloki de explicar con más calma el por qué de las fechas, el por qué de los sistemas y el por qué de todo, ya que da una sensación de inseguridad jurídica para el artista de mil pares. En todo caso, ya digo que nada que pueda sorprender a estas alturas de milenio, con las trincheras y las fobias y las filias bien marcadas hace mucho, ofreciendo esta vez un espectáculo grotesco con niños y niñas de por medio. Quizá algunos en los extremos ganen puntos, mientras las criaturas en medio pierden una tarde noche de ilusión y diversión.