El paro registrado -número de personas que están apuntadas en las oficinas de desempleo- aumentó en Navarra en 2019 en 356 personas. Esto convive perfectamente con el hecho de que haya más personas trabajando en Navarra y cotizando que hace un año, como demuestra el número de cotizaciones a la Seguridad Social. La población crece, hay más personas en edad y disposición de trabajar y sube el total de trabajadores, pero el mercado laboral no puede absorber a todos y hay unas 33.000 personas en paro, lo que supone que 2019 es el primer año desde 2012 en el que hay más personas apuntadas al paro que el año anterior. El paró bajó en 2013, 2014, 2015, 2016, 2017, 2018 y ha subido en 2019. Esto es incontestable y delimita claramente la situación: la mejora de la economía, del PIB, del número de cotizantes, no ha sido capaz en 2019 de reducir esta bolsa de desempleo de 33.000 personas, que son muchas, el 10% de la población activa. Navarra ha sido de las pocas comunidades en las que el paro no ha bajado en términos absolutos en 2019, aunque es obvio que es mucho más complejo bajar cuando ya se está en cifras relativamente bajas que cuando se está más arriba, pero lo cierto es que ahí está el dato. Esto cambia de mes a mes, cierto, porque el mercado no es una foto fija para las estadísticas, pero lo innegable es que el descenso del paro se ha estancado claramente en 2019. Antes de estas Navidades avisaba Caritas de que hay pobreza cronificada y que aumenta y que ya ni siquiera un trabajo te saca de ella. Y eso es de cajón, hay trabajos remunerados de tal manera indecente que solo sirven para no irse más abajo del pozo a más velocidad pero ni mucho menos para salir de él o incluso para quedarte donde estabas: frenan algo la velocidad de la caída. Hay mucha gente en crisis permanente y eso no lo va a negar ningún discurso halagüeño. Hay que atacar esta bolsa a saco.