añana será el tercer fin de semana consecutivo desde que se abrió la opción de ir a pasear con los niños y el segundo en el que se puede salir a hacer deporte o pasear, tanto mayores como pequeños. Las limitaciones horarias por grupos y la necesidad de calle, aire fresco y estímulos que hemos acumulado en las semanas anteriores hacen que en determinados momentos y puntos de alta densidad se formen unos no diría yo tumultos pero sí cogollos notables. El caso es que todos hemos ido viendo esto desde el domingo 26, cómo en unos días por la predicción meteorológica y en otros porque hay ciertas horas equis que vienen mejor a la mayoría, muchos lugares parecen más una apología de la infección que otra cosa. Cuando escribo estas líneas, ni un solo ayuntamiento navarro de cierto tamaño y con una densidad urbana importante ha diseñado aunque solo sea para días puntuales y momentos concretos una sola estrategia de eliminación de carriles de circulación para beneficio de los caminantes, paseantes, deportistas. Seguimos yendo por aceras a veces de menos de un metro cruzándonos unos con otros con respeto mientras a nuestro lado una carretera sin coches nos brinda un espacio que no se usa. Pocas veces he notado tan increíblemente la inacción de mi ayuntamiento, la incapacidad casi grotesca e insultante de establecer medidas radicales e imaginativas para aliviar algo puntual y temporal. Ya digo, llevamos 15 días así, no sabemos cuántos más tenemos por delante, quién sabe si meses, y todo puto metro lineal y cuadrado de carretera asfaltada sigue estando ahí para disfrute exclusivo del infinito menor volumen de tráfico de estos meses, una parte porcentual de la superficie de la ciudad completamente exagerada. Les costó mucho menos volver a cambiar el nombre a una de las avenidas que, fíjate, sería de las perfectas a cerrar unas horas cada día. Como otras muchas.