ace poco se supo que TVE no renovaba el contrato de su corresponsal en Londres. Algo mismo iba a pasar con el de Bruselas. Las redes sociales no tardaron en llenarse de alabanzas, seguro que merecidas, mientras se señalaba que una de las plazas la iba a ocupar otra de las estrellas mediáticas de la cadena. El periodismo es mucho más que eso tan visible. Más que qué director dimite, qué nueva directora entra, qué columnista -normalmente narcisistas sin remedio- llega a un sitio o se va o quién ficha por quién. El periodismo era Fernando Fernández Garayoa currando en Cultura y en El Camaleón durante 25 años seguidos en este periódico y dejándolo hace un año para hacer otra actividad porque, aunque dé vértigo, probar en esta vida también es una opción. El periodismo es Merijou -María José- Arméndariz dejando de hacer en esta casa tras 30 años el fútbol regional y empezando la próxima semana algo nuevo. Para mí, él y ella -y varios más que quedan aquí, algunos que se fueron y algunos que nos vigilan desde otro lugar- son la cúspide del periodismo. Trabajé varios años con Merijou y, como yo, cientos de personas. Su capacidad para organizarse, gestionar páginas, corresponsales, horarios, quejas, ideas, reclamaciones, jefes, becarios y, al mismo tiempo, formar una vida fuera y ser el diván de media redacción siempre sin una mala palabra es legendaria en Areta. Este periódico pierde a una periodista excelente y a una persona con poca comparación, para la que una pequeña entrevista a un jugador de primera regional es tan básica como una exclusiva desde Londres. Lo es. Trabajar cada día durante 30 años cumpliendo esa máxima es lo complejo. Merijou lo ha conseguido, al igual que el cariño y admiración unánimes de quienes hemos tenido la fortuna de poder contemplar su paciencia, talento y bondad. Irá bien, Kalimotxos, ya verás. Las gracias se nos quedan a tantos tan cortas…