o he leído Patria. No debería escribir esto, porque es idiota detallar lo que uno no ha leído o visto u oído, ya que la lista es inmensa y eterna e incluye clásicos de toda clase y condición. No sé, para hacerles un breve resumen: no he leído El Quijote o Guerra y Paz ni visto Ciudadano Kane ni oído un solo disco entero de los Beatles -no me gustan- salvo una recopilación. Pero no es que no haya leído Patria para poder decir que no he leído Patria, como una especie de pin que ponerme tipo No voy a la moda, no leo lo que lee la gente, que es una manera igualmente de ser idiota y seguir la moda, sino porque simplemente no me ha dado por ahí. Y no es fácil, porque debajo de los Pirineos en los últimos tres años solo parece haberse escrito ese libro. Y, desde hace unos meses que ha salido la serie, solo parece existir esa serie. Es muy clásico de aquí: la sobreexposición hasta la hartura de cualquier asunto, ya sean personas, programas de televisión, libros, películas, etc. Pero, bueno, saldremos de esto, como salimos de Antonio Gala, de Pérez Reverte y los alatristes, de María Dueñas, de la trilogía esa de Baztán y de lo que surja que sea aplastante y, por aplastante, cansino. Es posible que acabe leyendo Patria, por qué no, como es muy posible -bueno, seguro, era de al lado de mi pueblo- que vea el documental Non Dago Mikel, sobre la historia del asesinato en Intxaurrondo de Mikel Zabalza, realizado por Amaia Merino -¿qué niño de los 80 no se enamoró de ella en Tasio?- y más documentos y trabajos que surjan que traten el pasado reciente y aún real del hábitat en el que nos movemos. Pero, quizá es pronto, sigo echando en falta un gran trabajo mucho más transversal, que recoja experiencias desde todos los puntos de vista y lo haga sin interferencias y sin miedos, sin comparaciones ni escalas, sin justificaciones ni excusas y sin pretensiones de verdad absoluta.