l jueves salió Victoria Abril hablando de que las vacunas no solucionaban nada, que estaba muriendo más gente por culpa de ellas, que esto no era una pandemia sino "una plandemia", que moría más gente de cáncer o de cardio que de covid -a esta le debe parecer decente el terrorismo entonces, siempre y cuando mate menos que el cáncer- y toda esa sarta de mentiras estadísticas, médicas, deformaciones de la realidad, elucubraciones baratas y demás mierda ya manida. El tema es que el otro día las soltó la indocumentada esta y, eso, que da náuseas, a estas alturas. Incluso su compañera Loles León mandó un recadito en una red social: ni el paso de los años le quitan la tontería que siempre ha tenido. ¡Qué ignorante! Todo eso aderezado con el racaraca este de hay que vivir sin miedo, el miedo atenaza y blá blá blá, como si el resto de la humanidad fuésemos gilipollas, no nos demos cuenta por nosotros mismos de las cositas que pasan en nuestro interior y tengamos que necesitar a una sujeta así para que nos ilumine, un año y varios millones de muertos después. El problema con esta gente lo he repetido alguna vez: no es que critiquen muchas medidas o que tengan dudas sobre las vacunas, que eso es algo perfectamente comprensible, que a todos nos pasa y nos pasará y que es humano y lógico. Es la propagación directa de datos falsos, mentiras gruesas, mensajes de peseta, realismo mágico y, todo ello, desde un púlpito de superioridad, soberbia y osadía que lo que desprende es que ellos son los elegidos para conocer la verdad y los demás somos unos comepollas de las versiones oficiales. ¿Qué se puede hacer con esta peña, después de tanto dolor real, de tantísima muerte y tanta miseria? Porque, claro, si nos vacunamos el 70% esta persona concreta queda protegida porque los demás le protegemos. Joder, y mandarlos a una isla y que se contagien felices entre ellos, ¿muy nazi o bien?