a columna de los domingos se publica en Navarra y en Gipuzkoa, así que el domingo me pasaron desde San Sebastián la queja de una lectora que me echaba en cara que la columna en la que hablaba de Victoria Abril tras sus declaraciones sobre la pandemia "criminaliza a quien no se vacune". Servidor a veces se equivoca en los matices, pero en este caso he de decir que la columna era clara: no se criminalizaba a quien no se vacune, básicamente porque respeto mucho a quien no lo haga, ya que cada uno con su cuerpo, sus creencias y sus miedos hace lo que considere. Me parecerá mejor o peor pero no soy nadie para repartir carnets de bueno o malo o para meter mi hocico en la vida de cada cual. Supongo que si alguien no se vacuna tiene una serie de razones de suficiente peso. Cosa muy diferente es quien no lo hace y, como en el caso de Abril y otros -y así lo dejaba claro en la columna-, además se permiten el lujo de faltar a los hechos, negar las evidencias, mentir, falsear, elucubrar y, para rematar, tratarnos a los demás de idiotas. A ellos iba dedicado el tema. Dicho eso, también me comentaba que no hay evidencias de que la vacunación del 70% de la población vaya a suponer una protección de ese nivel ante los contagios, algo que yo mencioné no como algo ya real sino como una teoría, puesto que todos sabemos a estas alturas que la vacuna aún no se sabe si nos va a proteger o no de contagios, aunque los datos existentes en países con muchas segundas dosis puestas -Israel podría ser el único, por ahora, algo también UK- hablan de que sí, de que los niveles de transmisión bajan muchísimo. Pero, en efecto, aún no se sabe el alcance real de ese escudo. Lo que es obvio es que si yo me vacuno y ese escudo finalmente se despliega, yo protegeré a gente. Si no lo hago, no. Ahí no hay duda. Que cada cual haga lo que quiera. Ayer empezaron los mayores de 90. Es maravilloso verles.