l Dhaulagiri posee una de las zonas cimeras más extensas, alargadas y afiladas de todos los ochomiles. Se trata de una arista de casi 500 metros de largo con poca variación de altitud que hace que muchos escaladores, tanto si llegan del oeste como del este -la ruta más habitual es la del ascenso por la arista Noreste, la que se usó en el primer ascenso en 1960-, confundan en ocasiones -a veces sin querer, a veces queriendo- las antecimas o mesetas cimeras con la propia cima, que se eleva exactamente hasta los 8.172 metros. Fue el primer ochomil ascendido por vascos y navarros, en 1979, y en sus impresionantes y escarpadas palas tanto por el norte como por el sur se han escrito páginas imborrables. Una de ellas la están escribiendo estos días los rumanos Marius Gane y Horia Colibasanu y el eslovaco Peter Hamor. Aunque los dos últimos ya han estado en la cima verdadera del Dhaula, ahora lo intentan por la todavía inescalada arista noroeste -si ustedes ven una foto del Dhaula visto desde el norte, la vía normal va a la izquierda y ésta que les comento, por la derecha-. Han tenido que superar un muro de 500 metros casi vertical que hay al inicio y, pese a ello, ya han logrado dormir a 6.400 metros y tocado la cota de 6.800. Es una aventura subir por donde nadie lo ha intentado ni logrado antes. Cuando ustedes leen que 70 personas han hecho cima en el Annapurna con oxígeno embotellado, 30 sherpas, cuerdas fijas o helicópteros subiendo material hasta 7.000 metros tal vez crean o que eso tiene algún mérito alpinístico o que el himalayismo se ha terminado. Ninguna de las dos cosas. No tiene ningún mérito y el himalayismo sigue estando vivo. Gane, Hamor y Colibasanu están subiendo al Dhaula sin oxígeno en botellas, sin sherpas, subiendo ellos y bajando, aclimatando, acertando y fracasando. Como hace 60 años. Soñando duro, trabajando más y con pocas opciones de éxito.