uenta la leyenda que en el concierto de despedida de The Band, que tuvo lugar en el Winterland Ballroom de San Francisco en 1976 con multitud de estrellas del rock en el billete -Scorsese lo llevó al cine en El Último Vals-, Neil Diamond le soltó una perla a Bob Dylan tras actuar y cruzarse con él antes de que Dylan subiese al escenario. "A ver ahora cómo superas eso", dicen que le lanzó Diamond, a lo que cuentan que Dylan respondió: ¿qué quieres, que me duerma? Más o menos así veo la actual legislatura parlamentaria en Navarra. Es -creo no tener dudas- la legislatura más aburrida desde el siglo XII. Desde el XI inclusive. No es que las legislaturas parlamentarias así en general sean las cosas más erótico-festivas y tronchantes que uno se pueda echar a la cara, pero sí es cierto que normalmente cuatro años dan para deparar momentos para el recuerdo o cuando menos dinámicas interesantes para el observador normal y corriente. No está sucediendo en esta, más allá de alguna enganchada inicial Esparza-Chivite y poco más. La unión de varias fuerzas en el gobierno, el apoyo de otra desde fuera, la falta de grandes tragedias internas -por ahora, nunca es tarde- y la única presencia como oposición real de una coalición desnortada y despistada como Navarra Suma con suficientes problemas y marejadas internas como para dar y regalar, unido a una pandemia que se ha tragado el 90% del foco mediático, han convertido a la actual singladura en un tostón de padre y muy señor mío. Al punto que los dos únicos temas así recurrentes que se me vienen a la cabeza como argumentos de ataque de Navarra Suma con la colaboración Gobierno-Bildu y la gestión de la pandemia. No hay más. O, si lo hay, es de tan baja intensidad que apenas trasciende. A año y medio -más o menos- de las elecciones, los periodistas que siguen la actualidad parlamentaria me dan más lástima que de habitual.