no ser que te pongan el balón a botes a un metro de la puerta, eso que se llama una oportunidad que no se puede desaprovechar, siempre estaré en contra de que el Ayuntamiento de Pamplona trabaje específicamente para atraer grandes conciertos -de esos que en esta ciudad podemos contar no más de 10 en toda la historia- precisamente en San Fermín. Si es que el concierto lo que pretende es cubrir un vacío cultural existente en la ciudad y si es que el concierto lo que pretende es ser un regalo para los contribuyentes que pagamos y pisamos esta muy a menudo sosa ciudad los 365 días del año. Si lo que se pretende es sonar en el exterior y que la mitad de la ciudad no esté en la misma -recordemos que miles y miles y miles de pamploneses se van de Pamplona en San Fermín- y que la otra mitad esté a lo que se suele estar -a las resacas, a las cenas, a los toros, a la salida de las peñas, a la fiesta, al reflujo gástrico de cada cual- pues es hacer un pan con unas hostias, porque a San Fermín no le hacen falta grandes conciertos. De la misma manera que al Festival de Cine de San Sebastián no le hacen falta los Stones y al Festival de Jazz una retrospectiva de Coppola. Cada festejo tiene su magia por sí mismo. Por supuesto, la música y la fiesta son asuntos que se mezclan y que se deben mezclar y está bien que el ayuntamiento programe conciertos, pero siempre y cuando sean conciertos que no supongan un desembolso demencial que harían mucho más papel en otra fecha del año. No sé, si por fechas de una banda -pongamos los mencionados Stones- no te queda más remedio que endilgar el concierto un 8 de julio, pues qué se le va a hacer, pero si puedes meterlo un 18 de mayo mil veces mejor. No nos sobran acontecimientos culturales de primer orden, así que buscar un gran concierto para Sanfermines teniendo todo el año para ello parece más querer ponerse una medalla que otra cosa.