arece más que evidente que después de casi tres años de casi total enfrentamiento y relaciones inexistentes PSN y UPN están retomando en las últimas fechas puntos de acuerdo en determinados aspectos en los que, dicho sea de paso, ya anteriormente habían estado de acuerdo. El apoyo de ambos al PAI, a los interinos e incluso a convertirlo en un modelo no hubiese sido nada sorprendente en la legislatura anterior, cuando el PSN no gobernaba apoyado por Geroa, Bildu, Podemos e IE, así que tampoco puede ser excesivamente chocante ahora mismo. Cosa diferente es que pueda resultar una aberración jurídica que les tiren para atrás y que, además, siembre más desconfianza en las filas del gobierno que no es PSN, que puede andar vislumbrando un acuerdo a medio plazo UPN-PSN que eche por tierra 7 años de gobiernos sin UPN y avances en muchos campos, antes impensables. Tienen por tanto ambas partes una buena tarea de aquí por delante, la de comprender unos que gobernar en común puede tener momentos así y la de comprender otros que no por tener mayorías puedes saltarte siempre tus compromisos para echarte en brazos de la derecha cada vez que te conviene. Todo tiene un punto medio de sentido común y de respeto tanto al proyecto conjunto como a esa ciudadanía que parece estar muy o bastante de acuerdo con esta fórmula de gobierno, radicalmente distinta a la que busca Esparza acercándose a ese PSN al que se ha pegado hasta hace unos meses poniendo a caer de un burro hasta que su acuerdo bajo manga con el PSOE hizo que comenzara a bajar el pistón de los ataques. Haría bien especialmente el PSN en recordar cómo le han ido las cosas cada vez que se ha dejado adormecer en los brazos de la derecha o en qué clase de monte estaba subida esa derecha en plena pandemia, poniendo piedras en las ruedas casi desde el segundo o tercer mes de crisis mundial. Hay que tener memoria y ética.