e llama Andrés Arizkorreta, es el mandamás de la multinacional del tren CAF. Y de rebote de Trenasa, filial de CAF y hoy pendiente de un hilo. El otro día, este hombre con aspecto de suegro amable recién salido de misa participó junto a otros tiburones del capitalismo pandémico en el Foro PwC-El Correo. Y dijo: "No hay salvación sanitaria si no vamos salvando económicamente poco a poco cada puesto de trabajo". Cada puesto de trabajo, remarcó.

Mientras se venía arriba con ese mantra pervertido, sus abogados comunicaban el cierre de Trenasa. Me fui hacia él y le pregunté cómo era posible conjugar el cinismo con tanta elegancia. Entonces, con la flema que otorga haberte licenciado en Deusto me dijo que había sido entrenado para hacer que su mano derecha nunca supiera lo que hacía su mano izquierda.

Esa misma mañana 110 currelas de Trenasa recibían el despido disfrazado de un ERE de extinción. Algo inexplicable cuando la multinacional sigue anunciando para los años 2021-2023 unas perspectivas de negocio en el mercado mundial de ferrocarriles de 120.000 millones de euros. Además, Trenasa recibió en 2019 seis millones de euros de dinero público a través de Sodena. Pero tranquilos: "En Trenasa, intentamos devolver a la sociedad parte de lo que recibimos. Es nuestro compromiso con la localidad y con nuestros trabajadores". Eso dice la pagina web de Trenasa.

Para soportar esta psicopatía disfuncional, Arizkorreta suele hacer karate mental, una manera de luchar contra toda la basura que debe soportar su cerebro mercantil. El otro día me enteré de lo que ganaba. Viene en la página de CNMV: 685.000 euros al año, es decir, 25 veces más que un obrero despedido. Vamos, que con su sueldo se mantendrían 25 puestos de trabajo. Es el capitalismo amigo, me dijo, no hay vida sin errores. No amigo, respondí; es la infamia de dejar el suelo sembrado de cadáveres.