Situaciones que han podido darse a la mesa ayer o anteayer en esos amontonamientos de alto riesgo que son los encuentros de familia, especialmente política (que se la llame así ya dice mucho de lo que cabe esperar).

Mientras le sirve sopa de pescado la suegra pregunta delante de doce personas a la nuera que lleva dos años con su hijo.

-Hablando de todo, ¿tú cuántos tienes?

-38.

-¿Y lo de los hijos? ¿Lo vas pensando ya?

-No, en lo que estoy pensando es en cambiarme de sexo y después hacerme gay. Así seguiría con tu hijo y podríamos adoptar.

-Por Dios?

-Ah, creí que querías una conversación incómoda.

Ese cuñado que considera que ha triunfado porque conduce un Audi A5 y no sabe qué es un vino de año, sentándose a tu lado.

-¿Qué estás bebiendo?

-El Piérola que hemos abierto para el aperitivo.

-¡Anda, anda, tira eso y enjuaga la copa! He traído unas botellitas de Burdeos? ¡Vas a conocer el vino que bebe el presidente de Francia!

-¡Y tú al amante que se ha echado tu mujer mientras te pasas la vida fuera! Mira, justo llevo una foto en el móvil, ¡del partido de rugby que jugamos ayer!

Tu madre, cuando tras mucho darle vueltas, has decidido dejar ese trabajo en el que sabes que si te quedas un día más lo dedicarás a comprar en Amazon un subfusil de asalto.

-Cariño, con lo mal que está la cosa, ¿cómo se te ocurre dejar algo estable?

-Si te ponen una pensión y un piso, pequeño, ¿dejarías a tu marido?

-Esta misma tarde.

Entre lo que pensamos y lo que decimos, hay un salto. Entre lo que deseamos y lo que hacemos, a veces también. Para 2020 comparto la clásica cita de Steve Jobs. El cofundador de Apple decía que cada mañana se preguntaba ante el espejo: "Si hoy fuese el último día de mi vida, ¿querría hacer lo que voy a hacer? Si la respuesta es 'No' durante demasiados días seguidos, sé que necesito cambiar algo". Urte berri on!