la enterradora I. Mariachi Casado: “Es bonita de pies a cabeza. Quien la ve, no puede resistir. Quien la abraza, la adora y la besa. Sin la enterradora no puede vivir”. Así cantaba Pablo Casado, seducido por las aportaciones de Ana Beltrán, su presidenta en Navarra, a la extrema derechización del Partido Popular: comparecencia junto al cuartel de la Guardia Civil de Altsasu/Alsasua, presencia sanferminera a las puertas de la Casa Consistorial, irrupción mediática en el bar Koxka. Escenarios y situaciones para la exaltación del coraje de un líder, más valiente que los toreros fichados para sus listas. Hiperbólicas descripciones de los hechos vividos, en contraste con su realidad. Lo buscado minimizado por lo encontrado. De pitorreo. Su visita de Viernes Santo (apenas nadie más que cuadros orgánicos, candidatos y prensa en la plaza de San José) transcurrió entre dos metáforas: la calle Salsipuedes (donde habita tras el descalabro) y su ofrenda a Nuestra Señora de la Soledad, prefacio de una noche electoral dolorosa. Siempre al lado de su enterradora foral, premiada con el número 5 por Madrid. Beltrán ha llevado al PPN a la inexistencia en el consistorio pamplonés y al borde de la desaparición parlamentaria. A salvo ahora por la debilidad de UPN. “Pelo rubio, pestañas rizadas. Cara blanca y un negro lunar. Enamoran sus dulces miradas. De la enterradora se deben cuidar”. La enterradora II. Mariachi El Cambio: “Me entregué como pocos se entregan. La confié mis secretos de amor. La adoré como pocos la adoran. La enterradora me enterró en dolor”. El cuatripartito foral, inquieto: riesgo de reaparición de la bisagra maldita. ¿Cuántos de sus votos en las generales mantendrá el PSN el 26 de mayo? Las fuerzas del cambio han querido siempre sumar a los socialistas, pero el cambio solo fue posible cuando el PSN perdió su influencia determinante. “Ando en busca de la enterradora (Chivite). De la enterradora de mi corazón”. Chis pum.