Hasta la Corona con virus borbónico enfatizó su agradecimiento a los sanitarios. Silente y consciente en el fondo de que la herencia del padre no puede renunciar en vida del mismo era una causa coadyuvante al recién dictaminado Estado de Alarma. El susto social por la pandemia aún mantiene ciudadanos con lucidez para valorar la gravedad de unos presuntos comportamientos delictivos investigados por la fiscalía suiza. Estrategia de comunicación agazapada en el drama de salud.

En la forma, oportunista. En el fondo, maquillaje. Gratitud en consonancia con la expresada por líderes de partidos políticos diestros y sádicos en el manejo de las tijeras: recortes en la sanidad pública y estímulo de las privatizaciones y externalizaciones. Y con gobiernos regionales complacientes con la cooperación público-privada en la sensible materia de salud, a mayor evidencia de las carencias públicas y mayor beneficio de los negocios privados. La inversión en la compra de sofisticados aparatos médicos obviada con derivaciones a centros privados. Pago por servicios. Los profesionales están demostrando más solidez que el sistema. Abnegación en situación de riesgo y estrés. La gestión política ha reconocido falta de previsión.

La Administración sanitaria, falta de recursos. Evidentes. 1) Gobernar es prever, decidir y resolver. Todo se ha hecho mal. 2) El negocio de la televisión por pago entró hace años en los hospitales. La soledad de los ingresados por coronavirus ha desnudado la indecencia de esa recaudación, aplazada pero que debería ser eliminada. 3) Muchas residencias geriátricas son un servicio de salud y bienestar social entregado a la iniciativa privada. Sus miserias han explotado. Vergüenza sin paliativos. 4) Las comparaciones entre Comunidades son falsas. No responden a condiciones iguales. 5) La obsesión informativa tiene un comportamiento insensible con la población afectada, la de riesgo y sus familias. Tragedia en sesión continua.