onforama es la marca del diván presidencial del Gobierno de Navarra. En la anterior y en la presente legislaturas. Consecuencia del equilibrio entre el monolítico bloque de derechas y la agrupación plural de izquierdas y nacionalistas. Para mantener un Ejecutivo alternativo a un cuarto de siglo de conservadores en Palacio -con su "peaje en la sombra" de privatizaciones y megalomanía- , Barkos antes y Chivite ahora han de tener la sartén por el mango. Toca apoyar, modular discrepancias y tragar. Como aquel Tragantúa Tulipán que venía años muy atrás con la caravana publicitaria de la Vuelta Ciclista a España: un gran muñeco con diseño y función de tobogán. Por él se van deslizando los de Geroa, podemitas, y la I-E en proceso de disolución. También EH-Bildu. A la salida del tubo, cada uno recibe su pequeña recompensa presupuestaria. Ningún aliado osa romper la baraja, lo que permite a la presidenta y al grupo hegemónico entre los minoritarios buen confort en el desempeño de la gestión. Incordia más la hostelería que la asociación parlamentaria entre diferentes ideológicos. Hay que cuidar la salud de la tibia política alternativa, que ha costado intentos y decepciones. El PSN no tiene un expediente merecedor de tal nivel de confianza. Algunos factores han jugado a su favor: el efecto Sánchez ayudó en las urnas y Ferraz permitió lo que había negado en anteriores oportunidades: el acuerdo con la izquierda abertzale. Licencia interesada porque Sánchez no podía negar lo que pudiera necesitar. También para eso somos laboratorio de experimentación. Pocos, diversos, históricos en Régimen Foral y singulares con la Transitoria Cuarta. Con esa doble erre de Navarra que suena a redoble en las acusaciones airadas de los enfadados. La niebla de las estrategias oculta drásticos rechazos al entendimiento con Bildu. En Madrid y en Navarra. De la negativa rotunda, al acuerdo. Aquí, firmado. Servidumbres del cambio. Quizá prometedoras. Tragantúa.