tro de los efectos pandémicos es que la saturación del panorama con los temas de la enfermedad, la vacuna, sus pausas, sus políticas, y la economía, claro, la vida trastocada, todo ello, nos llena de tal manera el día a día que muchos otros temas quedan ahí como en segundo plano, incluso un poco desenfocados o con otro color. Es como si la pandemia nos colocara unas lentes que deforman el mundo y nos dejara ciegos para el resto de historias pendientes, necesarias. Y, sin embargo, mientras tanto, hay procesos de cambio social en marcha. A veces es para bien, y quizá conviene destacarlo porque las anteojeras de la covid nos han dirigido el sentimiento hacia lo negativo, y no es justo perder la oportunidad de recuperar algo fundamental en un siglo que nos prometíamos "el futuro". Ya, no es para tirar cohetes, pero pensemos en que tras años de aplicar una ley de educación ideologizada y que desamortizó la educación hay una nueva ley que con todos sus fallos puede abrir puertas a una sociedad más integrada y participativa. O las leyes sobre la infancia, la eutanasia, ojalá que pronto la ley trans, los aspectos de una sociedad verdaderamente inclusiva. Si se redactan y dotan bien las leyes de la ciencia, del medio ambiente, de la energía, podrían permitirnos avanzar en este país en donde llevábamos con toda impunidad un camino en sentido contrario. Y Europa debería apostar también con la cartera por que apostemos por él.

Pero, mientras tanto, los esfuerzos de quienes siempre fueron reaccionarios, hasta cuando estaban a los mandos del país, siguen alzando banderas antiguas y discursos que difícilmente encajan con un país libre y democrático. Y se mezclan con el paisaje con la excusa también de la pandemia. Hay mucho por hacer, pero sobre todo mirar con más detalle el paisaje y avanzar.